viernes, 20 de marzo de 2020

El higiénico



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Entre el “no es no” y el “sí es sí” del gobierno con el virus, nos hemos quedado sin papel higiénico en el supermercado, al menos en Madrid, que no es Brighton, claro.

    –This is fucking pathetic! –exclamaba ayer en el Tesco de Hove un inglés anciano ante las estanterías vacías… de cervezas.

    El inglés acapara cerveza, y el español, papel higiénico.

    Sólo Freud conoce el significado de semejante manía. En su “Viaje al final de la noche”, Céline, cuya definición de ley nadie ha superado (“la ley es el gran parque de atracciones del dolor: cuando el pelagatos se deja atrapar por ella, se le oye aún gritar siglos y más siglos después”) dio en la selva con un español que llevaba tres años comiendo tomates, y tan africanófobo que se negaba a utilizar en el retrete hojas de plátano y tenía a su disposición, cortados para ese uso, toda una pila de ejemplares del “Boletín de Asturias”, expresamente.

    Con papel higiénico, el español puede vivir bajo arresto domiciliario el tiempo que se le mande, sin más distracción que el sonido ambiente de la peluquería de Ferreras, remedo del método Ludovico, como se llama  esa terapia ficticia de aversión (de aversión a la realidad, en nuestro caso) que le aplicaban en “La naranja mecánica” a Alex DeLarge (Malcom MacDowell), atado a una silla con los ojos abiertos mediante cepos y sometido a ver películas chinas del coronavirus, del que no se puede decir que viene de China sin incurrir en racismo, como hace el periodismo progresista en América con Trump. No importa que el partido comunista chino fuera el primero en decir que el virus era un “agente” americano, razón por la cual Trump insiste en hablar de “the Chinese Virus”.

    –It comes from China, I want to be accurate.
    
El NYT convirtió el “No quiero que muera ningún estadounidense” de Trump en un “Yo ... quiero que los estadounidenses mueran”, con la conclusión de sus cultísimos lectores: “Realmente deberíamos considerar el socialismo, ¿no crees?” Que, por cierto, carece de papel higiénico.