La barrera de Ava
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Que dice el “Guardian” que por el precio de Bale todos los niños españoles podrían tomarse dos raciones de bravas, o que los ochocientos mil británicos residentes en España podrían conseguir una barrera en Las Ventas.
¿Dónde toman bravas y dónde compran barreras los corresponsales del “Guardian”?
¿Han calculado la de pan tumaca para la infancia y palcos en el “Liceu” para los guiris de Sitges que podrían adquirirse sólo con el IVA de la operación de Neymar?
Porque todos intuimos que Bale ha costado la mitad que Neymar, pero Neymar está en Barcelona, cuyo fútbol (dicho por Guardiola, el Steve Jobs, siquiera en el niki, del tonto contemporáneo) es de izquierdas (humilde, colectivo, solidario), frente al látigo fascista del contrataque mourinhista.
Y para izquierda, el “Guardian”, que después de defender al general Jaruzelski contra Walesa, tenía los santos cojones de comparar a Margaret Thatcher con un general nazi, convirtiéndose en “El Jueves” (sin gracia) del progre británico, que suele tener la cabeza tan revuelta como la tabla de cocina de Jamie Oliver.
–Cuando una persona está escasa de ocurrencias, se lleva el polvo al cerebro por la conducción más próxima que existe, verbigracia, las narices –escribe Richard Steele, fundador de “The Tatler”, lamentando la costumbre dieciochesca (y muy idiota) de aspirar rapé.
Mas en este asunto los ingleses no están solos: no hay español con inquietudes sociales y tertulia en TV que al opinar del fichaje de Bale no aspire al premio Antonio Ozores (aquel virtuoso de la logomaquia) a la parpayuela más sinsorga, liando coros y caños, hipotecas y desahucios, balones y libros, porque cuando el progre coge la perra (en este caso la perra de Bale) no quiere más que aquel sonajero.
Claro que, bien mirado, tampoco estaría mal una España de niños tomando bravas en los bares y de ingleses ocupando sus barreras en los toros.
¿A qué otra cosa venía aquí Hollywood en los 60?
La barrera del comandante