viernes, 22 de junio de 2012

Eta



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La historia criminal de Eta, la marca negra de la izquierda española, ha sido borrada de un plumazo por cuatro caballeros (Pascual Sala, Eugeni Gay, Pablo Pérez y Luis Ortega) y dos damas (Elisa Pérez y Adela Asua). Es el poder de la literatura.

    –Hacer legal lo real –dice Pachi López, otro que se ha vuelto loco con Hegel.

    Para Hegel, nos explica el gran Sir Alfred J. Ayer, el encarnamiento perfecto de la justicia no era una república ideal, sino el Estado prusiano, y basó su opinión antiliberal en el principio de que lo real era lo racional.

    Con eso de legalizar lo real porque lo real es lo racional, López ha oído campanas hegelianas y no sabe dónde, pues en el sentido en el que el principio es verdadero, es trivial, y en el sentido en que no es trivial, no es necesariamente verdadero. Y estamos hablando de mil muertos (bastaría con uno).

    Qué monada, López y Hegel.

    –En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía –confiesa el Che Guevara–. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado… La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico: he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas.
    
Kojève, el KGB que inventó el fin de la historia que la gente atribuye a Fukuyama, sostenía que la historia universal terminó en Napoleón y Hegel, tras de los cuales sólo hay “subjetividades arbitrarias sin peso histórico”, con una excepción: Stalin.
    
O Txapote, ahora que Hegel se ha popularizado en España de tal modo que lo lee López y hasta la prensa, para anunciar a José Tomás en Badajoz, dice que es un torero de pálido muslo que lee a Hegel y compra el pan a caballo.