El señor Dolls en su última comparecencia cuvillesca en Madrid
José Ramón Márquez
Hay que ver lo bueno que es tener un apellido. Por ejemplo, te llamas Apellániz y nadie te hace ni maldito caso, porque en el toro yo creo que no hay registrado en toda la Historia ni un sólo Apellániz, pero si te llamas Sánchez Mejías, que suena a par por los adentros, la cosa ya cambia y entonces ya puedes escribir las sandeces que se te ocurran, que para eso tu tío abuelo o lo que sea las palmó en la calle de Goya por una cornada que le dieron en Manzanares. Cosas del apellido. Yo, como me apellido lo mismo que el Belmonte Rubio, esas cosas me dan lo mismo, pero entiendo la pena mora de los que no puedan oponer su genealogía a los sabios de familia.
Viene esto a cuento de unas humoradas que he leído en el querido ABC, donde un Sánchez Mejías que no pone pares por los adentros explica a su clientela que Madrid es mú mala porque se mete con Manzanares; jopé... y lo fácil que sería que Madrid se entregase sin fisuras al tal Manzanares si en vez de venir con chotos viniese con toros (cuvis versus cuadris) y si en vez de hacer el toreo al revés, como lo hace el July, pero con más ‘estética’, lo hiciese al derecho como el difunto Sánchez Mejías, el de la calle de Goya. ¡Vaya guasa!
Tonterías de Hispalis tenemos a raudales, y mira que nos gusta esa Plaza y más aún esa ciudad, pero es penoso tener que leer eso de que en Madrid se rechaza a un torero por haber triunfado en Sevilla, como un cansino déjà vu, que si el Mejías se acuerda por ventura de alguna faena de Emilio Muñoz en Madrid, ya la puede ir sacando, y si se acuerda de la faena de Emilio Muñoz en Sevilla, la de la Puerta del Príncipe y el lío en Triana, que la cuente, si tiene redaños.
Dice Sánchez que ‘no se puede ligar estando permanentemente cruzado’ y Márquez le dice que eso que él niega se lo ha visto hacer a un torero gallego que se llama Curro Romero, que triunfaba algo por la parte de Sevilla hace unos años y que tuvo enorme cartel en Madrid. Nos movemos día a día en este pantano de boberías sin cuento para confundir a los bien intencionados, en ese afán de pervertir la enseñanza, en ese deseo de que triunfe la impostura, en la necesidad morbosa de reivindicar lo accesorio como esencial, y ahí es donde radica el auténtico cáncer que corroe la Fiesta desde adentro.
Si Sánchez Mejías, quizás desde su televisor, anestesiado por los arrullos de Molés y sus compinches, estima que Fandiño hizo unas ‘tandas de toreo profundo y largo’ eso significa o que este tío no se entera, o que tiene mala intención. Porque yo creo que el que gritó “¡Se va sin torear”! acertó de pleno. Claro es que a lo mejor lo que se debe poner en cuestión es qué es torear para Sánchez, que lo mismo, para él, torear es eso que hizo Fandiño.
Al final de sus letras, el hombre deja una jaculatoria que le retrata como persona de la Cultura: “la Beneficencia [...] con un magnífico cartel, Morante, Manzanares y Talavante con Toros de Núñez del Cuvillo. Esperemos que los reventadores nos dejen ver el festejo en paz.” Apuesto a que lo único grande de los toros del Cuvillo será la T mayúscula ésa que le pone Sánchez. Por algún lado hay que empezar, digo yo, pero prefiero sinceramente que los toros sean fuertes y encastados y los toreros, toreros, y así no hay discusión posible.