Don Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio
Mi querido amigo excelentísimo señor general Primo de Rivera:
Con razón ordenó usted que una comisión competente se ocupase de modificar o substituir la suerte de varas tal y como ahora se practica.
En el pasado mes de Septiembre, y en una famosa corrida celebrada en San Sebastián, a la que asistió numerosa y distinguida representación de la colonia internacional que veranea en Biarritz y demás playas próximas a nuestra frontera, presencié un espectáculo que me entristeció como español: la protesta violenta y unánime de los extranjeros al ver cómo eran corneados y malheridos los indefensos caballos, que iban después dejando en su huida un reguero de sangre y piltrafas...
Y al preguntarme: ¿Es posible que este repugnante y bárbaro espectáculo no pueda suprimirse? Recordé todo lo hecho por usted para evitarlo. Entonces me propuse estudiar directamente si existía algún medio para que la suerte de varas fuese modificada.
Escribo a usted desde Sevilla y al día siguiente de haber presenciado cómo se pueden picar toros sin entregar al caballo. Cómo se puede ejecutar la suerte de varas sin que el caballo sea herido, salvo en uno de esos accidentes en que ni el propio lidiador puede evitar una cornada.
Los hermanos D. Antonio y D. José Miura han tenido la bondad de invitarme a su renombrado cortijo de Cuarto para demostrarme cómo se pueden picar los toros por lidiadores que sepan montar a caballo y no reduzcan la suerte a un “encontrón” del toro y el jinete, con la herida inevitable del caballo.
Al quite Sánchez Mejía, los señores Miura, con un hermano del célebre matador, picaron varios becerros, sin que ninguno de ellos tocase a los caballos, y no hay que decir que eran bravísimos perteneciendo a la famosa ganadería de Miura, que ha sido y sigue siendo una de las primeras de España.
Don Antonio Miura es vocal de la Asociación de Ganaderos que, por orden del Gobierno, debe dictaminar sobre este asunto, en el que se ventilan y cruzan diversos intereses. A mis repetidas preguntas, se limitó a decirme:
Las galeradas del artículo, 1
-Mi juicio no sería ahora oportuno; es usted, Sr. Luca de Tena, el que debe opinar sobre lo que ha visto.
Pues bien: yo opino y creo, señor general Primo de Rivera, que los toros pueden ser picados “como antes se picaban”, que es lo que me fue demostrado en el cortijo de Cuarto. Y que sin petos, corazas ni nada de lo que en diversas ocasiones se ha propuesto puede evitarse que la fiesta con razón llamada nacional -pues en ninguna otra como en ella se derrocha el valor y la alegría de la raza- siga siendo en su primer tercio un espectáculo bárbaro y repugnante, que no sólo justifica las protestas de los extranjeros, sino la desaprobación de la mayoría de los espectadores españoles.
Para probarme que la suerte de varas no había sido antes lo que es ahora, me refería el inteligente conocedor de la ganadería que a D. Eduardo Miura le pidió en una ocasión el célebre picador Curro Calderón un magnífico caballo, ofreciéndole devolvérselo intacto, como así hizo, de la corrida, y el duque de Gor recordaba también haberle oído decir a su padre que había prestado sus mejores caballos para que con ellos picasen famosos lidiadores.
Conociendo como conozco su constante deseo de acertar, a usted me dirijo con la presente carta, en la seguridad de que este pleito taurino puede ser fallado inmediatamente. ¿Cómo? Viendo usted lo que yo he visto, aprovechando unos días de asueto en que le sea posible venir a Sevilla, pues tengo por seguro que a los señores les complacería en extremo el demostrar a usted lo que a mí me han demostrado. Y, una vez convencido usted de que pueden picarse los toros “como se picaban antes”, sin herir a los caballos -pues no se trata de una suerte nueva, sino de restablecer la antigua-, ordenar que así se haga desde la temporada próxima.
Si mi colaboración ha podido serle útil para resolver este “pleito”, evitando que en el extranjero nos sigan denigrando, no por la artística y varonil fiesta de toros, sino por la forma en que se practica la suerte de varas, lo celebrará muy sinceramente su amigo que le estrecha afectuosamente la mano,
Torcuato Luca de Tena
Sevilla, Domingo, 24 de octubre de 1926
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA