miércoles, 25 de enero de 2023

La ‘viogen’, un discurso antiespañol

 

Hughes

Abc
 
23 de enero de 1995: ETA asesinó a Gregorio Ordóñez. Ahí suelen acabar los recuerdos. Ese año, el PP ganó sin él las elecciones municipales en San Sebastián con más de un 24% de los votos, pero gobernó Odón Elorza gracias a PNV y EA. Después, María San Gil fue defenestrada. El PP está ahora en el 10%. Así se pierden las ciudades, los países. Poquito a poco. Moderadamente.


Mató ETA. PSOE, PNV y PP hicieron lo suyo. Ahora ese terrorismo ha desaparecido. Sus efectos y objetivos permanecen, pero no hay tiros y se ha sustituido oficialmente por otro: el machista.

23 de enero de 2023. Un hombre mata a una mujer y a su hija en Valladolid y, en La Sexta, el presentador Ferreras analiza la reacción de Vox, que ‘solo’ condena el “doble crimen” que él denomina “terrorismo machista”. “Intolerable”, dice la tertuliana Morodo, “inhumanidad”, añade el tertuliano Gascón; Maestre habla de “negacionismo”, término ya usado por el centrismo más impaciente: “Son en parte responsables”.


Todo porque Vox se niega a añadir ‘machista’ a ‘crimen’. ¿Tan importante es una palabra? Se trata de una de las líneas del régimen. Lo que define el dentro-fuera. Que se considere un nuevo terrorismo nos da una pista definitiva.


El discurso de la violencia de género (viogen) sirve para distraer, para confundir, porque sustituye un enemigo por otro. Oculta los enemigos reales y pasamos a luchar contra uno fantasmal: el machismo en el alma oscura de los hombres ¿Quién organiza ese terrorismo? ¿Quién lo financia? ¿Con qué objetivos? El disparate es absoluto. Pero el discurso de la ‘viogen’ es instrumental. Es un artefacto ideológico para confundir usado por quienes ya confundieron a España cuando el 11M, el pacto con ETA o el golpe catalán. Ahora se valen de este discurso usando a las víctimas para sus repulsivos y sinuosos intereses: ocultar el enemigo real persiguiendo otro ilusorio, falaz, imposible de prender.


Por tanto, quien hable de ‘violencia machista’ está realizando, sin querer y muchas veces queriendo, la siguiente confesión: “Colaboro a la estrategia del movimiento de destrucción nacional de España”.