viernes, 6 de enero de 2023

La crisis de España

 

Jacob Burckhardt


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La caricatura de España como burro matalón en la prensa marroquí y la interpretación del himno español a base de cuescos soberanos en la TV pública catalana sólo son síntomas de una nación en crisis.


    En el oxímoron “humor catalán” puede verse lo que en el “estilo jesuítico” del XVII ve Octavio Paz: el reverso de la austeridad protestante y de su condenación y sublimación del excremento.


    –España extrae el oro de las Indias, primero de los altares del “demonio” (los templos precolombinos) y después de las “entrañas” de la tierra. América es una suerte de letrina fabulosa.


    Lo que América fue para España, España lo es hoy para Cataluña, merced al chalaneo del 78, a partir del cual, como en el barroco español según Paz, el oro y su doble fisiológico, el excremento, significan lo contrario del lucro productivo: son la ganancia que se inmola y se incendia. Ritos de la perdición y el desperdicio. Sacrificio y defecación.


    Las crisis, nos dice Burckhardt, que estudió cuantas se sucedieron desde la larga paz de 1815, que parecía eterna, despejan el campo. Son la perturbación del orden público existente, y en ellas se pone de manifiesto que los pensadores y artistas se encuentran a su gusto.


    –“De civitate dei”, de San Agustín, no hubiera sido un libro tan significativo sin la caída del Imperio Romano, y el mismo Dante compuso su “Divina comedia” en el destierro.


    Hoy, nuestros pensadores y artistas de guardia se limitan a peerse en los platós de TV por mofa del himno nacional, porque en las crisis, observa Burckhardt, tiene lugar, en general, la más rápida transformación del desenfreno en obediencia. La crisis de España, cuyo achabacanamiento duele físicamente, siempre ha tenido jefes: dentro y fuera. ¿Era inevitable?


    Para Burckhardt fueron inevitables la crisis del imperio romano y la expansión del islam, así como la Revolución francesa, pues en sus clases ilustradas se vivía una utopía, y en sus masas, una suma terrible de odio y de venganza. Para evitar la Reforma, hubiera bastado la reforma del clero.

 
    –Toda fase de la crisis aniquila como a moderados a los representantes de la fase anterior.


    Burckhardt ve al mundo caminando hacia una alternativa entre la democracia total y el más absoluto y tiránico despotismo, que no será ejercido por dinastías, demasiado blandas, sino por “pelotones militares sedicentemente republicanos”, y uno, dice, no se imagina con placer un mundo cuyos gobernantes prescindirán de todo lo que signifique Derecho, bienestar, trabajo remunerado, industria, crédito, etcétera, rigiendo, en cambio, con brutalidad radical.


    –Mi idea de los “terribles simplificadores” que van a venir sobre nuestra vieja Europa no es agradable, pero aquí y allí mi fantasía ve ya a tales individuos en carne y hueso delante de mí. La consigna general será “cerrar el pico”.


    A “cerrar el pico” nos mandan ya las visilleras de “la democracia liberal” con sus listas negras.

 

[Viernes, 30 de Diciembre]