domingo, 9 de octubre de 2022

Porteros

Anoche, tras el récord

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


      Cuando no había internet los presidentes de los clubes de fútbol eran un poco tiranuelos en sus cosas y casas y solían encargar a los cazatalentos, que eran además intermediarios, medios y delanteros sudamericanos. Les pedían también que se acercaran por Vizcaya y Guipúzcoa y se trajeran un portero. Los porteros vascos eran una garantía y además brotaban como las setas, pero muchos estaban siempre a la sombra de mitos vivientes: Eizaguirre, Araquistáin, Carmelo, Iríbar... y más tarde los Arconada, Urruticoechea, Zubizarreta... que todos recordamos casi fijos en la selección. Casillas, el de más partidos como internacional, venía predestinado por el Iker con el que fue bautizado. De las canteras del Athletic y Real Sociedad había porteros en más de la mitad de los equipos de España. Porteros buenos que por sus nombres los recordaréis: Artola, Deusto, Esnaola.., ahora mismo Kepa Arrizabalaga. Unai Simón, actual cancerbero del Athletic y en quien confía Luis Enrique, mantiene la tradición española. La memoria es certera con los grandes apellidos pero hubo y hay referencias no tan sonoras que cada aficionado recuerda de su club. Así en el Burgos conocimos a Marcos Garabain, Bitoren Bilbao, Aizpuru, Kike Burgos, Aurreko, etc. Hablando esta mañana con un malaguita en lo de Antonio ha sacado a la palestra además de Deusto, a Meléndez, Burgueña y Goitia. Y con cualquier club sería parecido. En el Córdoba me vienen a la cabeza Jáuregui, con el que me encontré un día Cádiz, y Benegas, el cancerbero donostiarra que encajó el primer gol del Burgos en primera división.


     Todo el párrafo anterior ha salido sin darme cuenta y no lo voy a borrar, pero de quien quería hablar es de un portero nacido en Huelva,  la otra punta de España, al que, y entiéndase con el buen humor con el que servidor ha amanecido, le falta la etiqueta de calidad que se le adjudicaba al portero vasco sólo por nacencia. José Antonio Caro, el portero del Burgos, superó anoche el récord de minutos imbatido desde el comienzo de Liga en el fútbol español. El de Bravo en el Barcelona que es chileno pero tiene cara de vasco. En la pasada jornada alcanzó el de 2ª división, que lo tenía Santamaría, portero ¡cómo no! bilbainico.


     Ochocientos diez minutos sin que te cuelen un gol, son muchos minutos. El mérito de Caro en particular viene como consecuencia de un sistema de juego ejecutado por una cuadrilla de estajanovistas atentos todos los segundos de partido a frenar y espantar sin contemplaciones un balón que el rival suele manejar con mejor técnica pero con mucho menor entusiasmo. El sistema parece antipático pero ¡oiga!, en la plantilla sólo Saúl Berjón que no cuenta para el entrenador Julián Calero ha jugado algo en Primera y muy pocos en 2ª y los que lo han hecho, su trayectoria ha sido poco relevante; todos en un segundo escalón de clubes como Ponferradina, Numancia, Cádiz... A semejante plantilla el entrenador la ha mentalizado que con concentración y sacrificio personal se alcanzan metas impensables. Así lo ha entendido Caro que cambia el récord por ganar y que reconocido por la Liga como mejor jugador llamó a titulares y reservas para hacerse la foto con el trofeo. ¡Muy bien por el tío!  En el último día para fichar, 31 de agosto, Michu se trajo a Burgos a Curro Sánchez, un futbolista al que servidor le tiene fe, por haberlo visto hacer interesantes diabluras en Almería y Ponferrada sobre todo. No acababa de entrar en el equipo pero anoche, la fe en el catecismo del míster burgalés ayuda lo que no está en los escritos, rompió la defensa vitoriana, que por cierto no conocía la derrota, y construyó junto a Valcárcel, constante y fiable siempre, un golazo que rubricó Gaspar, un jovencito cedido por el... ¡Spórting! No sé si la Fortuna o la conjunción de los astros tienen algo que ver con la llamativa trayectoria del Burgos, pero es curioso que este Curro Sánchez sea del mismo pueblo que Caro, la Palma del Condado, que ya diera un pelotero ilustre, Miguel Pardeza, al que servidor escuchó hablar de fútbol y poesía hace unos años en el palacio Orive de Córdoba...junto a otro Julián que conoce el paño: Julián García Candau.