lunes, 8 de agosto de 2022

Piné

 

Con la Peña



Con Juanito


Francisco Javier Gómez Izquierdo

          En la preceptiva caminata mañanera, ya en Córdoba con un amanecer fresco, agradable y creo que un tanto engañador en la carrera del día hacia los 40 grados, no se me va de la cabeza Piné, el gran Piné. En mis cavilaciones, más allá del amor incondicional del personaje hacia el Burgos CF, va pasando Gamonal. Un Gamonal que quizás nunca ha dejado de ser pueblo porque los que fuimos llegando, de pueblos veníamos. Los nuestros los empezaron a vaciar nuestros padres a finales de los 60 y nos llevaron con ellos a Gamonal cuando el gobernador Eladio Perlado y el alcalde Martín Cobos consiguieron para Burgos el Polo de Promoción. Gamonal no era aún Burgos. Era pueblo y había un alcalde, el alcalde Palomares, que vivía en la Inmaculada, y servidor, que era y es hijo del auténtico proletariado, con doce o trece años iba a su casa donde su mujer, Genoveva creo se llamaba, me daba sacos con docenas de zapatos para coser. Cosíamos por las tardes y sobre todo en vacaciones para ayudar a la economía familiar, seis hijos y un único sueldo, y para procurarnos el carné del Burgos y el As Color. Creo que aquellos padres gamonalinos hoy tendrían cárcel por explotación infantil.
 
       Piné era autóctono, genuino del barrio y como tal se asentó "de chavea" en Campofrío, la fábrica donde "ganaban bien", creo que desde el matadero de Coprasa junto al colegio de los marianistas. ¡Puro Gamonal! He mirado cuándo se fundó la peña Jóvenes de Gamonal, la primera y creo que la más antigua de las blusas de Burgos, de la que Piné era socio fundador y he visto que se empezó a conformar en 1971. Entonces empezó ese "todo" que ha marcado nuestras vidas.

        Piné, que se llamaba Esteban, llevaba años jubilado. Seguía fumando -"las farias ya no son como las de antes..."- y tomando sus vinos y chupitos reglamentarios. Cuando estaba en activo cogía las vacaciones por San Pedro y las empalmaba con San Fermín. En Pamplona me lo encontré junto al también difunto Samuel, otro gamonalino pata negra con el que hacía yunta en tiempos en los que no se les ponía nada por delante, disfrutando como si se fuera a acabar el mundo.
      
Estos últimos años hablaba muchas mañanas con Piné de lo que era Gamonal, en lo de Arsenio, primera curva de la carretera Poza donde toman café y moscatel los auténticos del barrio. Allí llega Kubala, ciego jubilado que coge el Diario y no lo suelta y que se ha especializado en responder "a la antipática". Uno de San  Cristóbal, devoto del chicoychica que da las novedades de Villímar, una mujer menuda que todas las mañanas dice que nació en San Sebastián, una chica muy simpática que dicen que "le va el cante" y entre cónclave tan variopinto sobresalía Piné, que ya lucía su estatus y con el que me apartaba en la calle para recordar cuándo nos vimos en Córdoba, "empate a uno...", acompañado del hijo de Betete, el eterno cuidador de El Plantío "...los dos muertos, el padre y el hijo, mec...D..", en el Villamarín "el año que subimos como Real Burgos" y en el Sánchez Pizjuán cuando la bronca de Maradona y Bilardo "ah, yo no me enteré, pero metió el gol Edu el del barrio", el subidón cuando el Burgos de Novoa parecía el Milán "...y callamos a los sevillistas" y salta a sus peripecias en Lasesarre, Las Llanas o el Merkatondoa del Izarra. Acompañar al equipo en Primera no tiene mérito. El mérito está en pagar a un colega la gasolina y el almuerzo para que te lleve a la Balastera. "El cariño verdadero tiene que costarte el dinero".
      
Hace quince años el Burgos se jugaba el ascenso a 2ª con un Sevilla Atlético extraordinario que entrenaba Manolo Jiménez. Nos prepararon una encerrona. Pusieron el partido a las cincco de la tarde "...normal tú, qué cojones, yo haría lo mismo" y llenaron el campo porque venía el Sevilla grande de ganar la Copa del Rey al Getafe el día antes. Aquéllo era un fiestón. Llegamos a la prórroga con los nuestros pidiendo agua cada minuto y Lolo, un central, nos arrebató el ascenso de un cabezazo en un córner. Vi a Piné solo, la espalda contra el cemento mirando a la nada, sin querer hablar con nadie, rechazando las manos que querían levantarlo. Es una imagen que nunca olvidaré. "Me decían antes de empezar el partido que me buscaba uno de Córdoba. Ya sabes que las garrafas de calimocho nos las pasaban los sevillanos. A nosotros no nos dejaban pasar nada.. ¿de Córdoba? ¡Ése es más de Gamonal que tú...!"
      
 Como el McCarty de Cádiz al que le han puesto una estatua a la entrada del Carranza, Javi Jiménez de Córdoba que con el equipo descendido cogió el coche y subió a Oviedo -840 kms. de ida y 840 de vuelta- a ver a su equipo en soledad y como otros muchos aficionados que no caben en cabeza ajena, así era Piné. Extraordinarias e incomprendidas personas a las que les va como anillo al dedo aquéllo de "inasequibles al desaliento".
 
       -Saluda a Juanito cuando lo veas.