jueves, 4 de agosto de 2022

Agujeros del Potro


 Posada y Plaza del Potro

 


 

Francisco Javier Gómez Izquierdo



    De entre los muchos azotes que se vienen asentando en el mundo en lo que va de siglo ha cogido auge una moda practicada tanto por perversos degenerados como por recuas de golfantes inclinadas a imitar cualquier novedad. Las muchachas sienten un pinchazo repentino en piernas, brazos, costados... cuando la discoteca, el botellón o cualquier tumulto común a la juventud está en lo mejor de la noche. Aseguran que al poco como que se marean, desfallecen y sobre todo se asustan.


     A servidor no se le escapa que cada vez se educa peor, que cada vez hay más orates fanáticos de tontadas como el Emilio de Rousseau y que harto poco pasa para tanta necedad como nos domina. La prensa distingue y criminaliza manadas asalvajadas conforme dicte la autoridad competente pero en lo tocante a los "agujeros" y antes que culpen a los cordobeses por haber sido los más afamados en el oficio permitan que recoja aquí alguna puntualización.
      

Indagando, de entre las especies de pícaros, sobre los "agujeros" que coloca Cervantes en la posada del Potro, universidad de la Picardía, manteando a Sancho, di con un artículo de Manuel Merino Castejón de enero de 1916 en el que recupera las peticiones hechas por los "oficiales agujeros" de la ciudad al Cabildo ya en 1523 que tras la presentación y respetos exponen: "...se a fecho saber a Vuestra Señoría el daño grande que la rrepública rescibe por averse consentido poner tiendas de nuevo de dicho oficio syn examinarse las personas que ponen las dichas tiendas y a efta cavsa a ávido y hay muchos oficiales que no saben el dicho oficio ny tienen experiencia del y ponen tiendas de nuevo a cuya cavsa las agujas que solían hazerse en efta cibdad mas perfectas y mejores que en ninguna parte del mundo se an falseado y se an fecho de fierro muerto con que se engaña al pueblo y lo quo peor es que algunos de los dichos oficiales conpran e an conprado agujas de milan e las adoban e las ponen de la manera de las defta cibdad..." Y así muchos párrafos reivindicando el oficio, necesidad de exámenes "...pa que en el dicho oficio oviese veedores y personas que exsaminasen las dichas agujas y maestros que las fazen..." y la decadencia del gremio.
     

En enero de 1628, la Real Junta de Comercio y Moneda pidió datos sobre la industria de las agujas y el Jefe político de Córdoba, un tal Don Jerónimo de Uztáriz, envió lo que sigue: "Había un pueblo, Villafranca de las Agujas, que tenía una numerosa fábrica, hoy perdida. En Córdoba, era una de las industrias principales, que mantenía un copioso número de vecinos. La introducción de género extranjero ha perdido a ésta industria".
     

Como quiera que ahora se buscan culpables de cualquier calamidad en los lugares más inverosímiles, quiero dejar constancia de que el oficio de agujero se perdió en Córdoba allá por el siglo XVII, por lo que tanto pinchazo en Europa más achacable es a la nefasta Educación Occidental que a bandadas de pícaros salidas de la plaza del Potro cordobés.