lunes, 29 de agosto de 2022

Casemiro, el palancazo

 


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Lo prometido para este año era el Madrid de Casemiro (el viejo roble de la cinta amarilla de Los Mismos, es decir, Modric, Casemiro, Kroos) más Halaand y Mbappé, y en la segunda jornada liguera nos encontramos sin Halaand, sin Mbappé… y sin Casemiro, vendido al United, una vieja águila del fútbol mundial, pero que jamás hubiera sobrevolado el Bernabéu sin permiso del Madrid, es decir, que el Madrid ha pegado un  palancazo con Casemiro que para sí hubiera querido Laporta.
    

Costó cinco millones, nos da cinco Champions y lo vendemos por setenta y cinco millones, razonan los rapsodas del club. Negocio redondo, como se dijo del makelelazo. Hombre, negocio redondo sería haberle colocado al United a Hazard, ese ex futbolista, como volvió a demostrar en Vigo, y no por los millones de Casemiro, sino gratis.
    

Casemiro se convirtió en el mejor mediocentro del mundo porque, dicho por él, Mourinho lo convenció de que lo era, para escándalo de los doctrinarios del piperío rampante, que acusaron a Mourinho de antiespañol (la verdad es que motivos le dieron) por traer a Modric en detrimento de Cazorlita y por traer a Casemiro en detrimento de la cantera, y todo, decían, como negocio a pachas con Mendes el intermediario. Casemiro debutó ante el Betis la tarde que medio Bernabéu silbó a Casillas, y los curas guardianes de la moral futbolera tocaron a rebato contra el entrenador portugués, un Maguregui de medio pelo, según ellos, que a día de hoy mantiene los mejores números de la Liga española, obtenidos ante el Mejor Equipo de la Historia dirigido por el Mejor Entrenador del Mundo: más victorias en una temporada (32), más puntos en una temporada (100), mayor diferencia de goles (+89) y más goles marcados (121). 

 

A este clero del balón lo hemos visto pedir más Toril y menos Mourinho, más Morata y menos Cristiano y más Ceballos y menos Aureliano (Tchouaméni), que hace un fútbol digno de un emperador.
    

Con Casemiro el Madrid se deshace del Recaredo (el unificador) de los Reyes Godos de Hughes, mejor jugador blanco (con Courtois) en París y en Helsinki.
    

A los reyes godos –recordaba Pemánlos mataban sus sucesores; a Carlos I de Inglaterra o a Luis XVI, la asamblea popular; a Cánovas, Canalejas o Dato, los anarquistas.
    

Quisiera creer que a Casemiro lo ha vendido el club para no tener que verlo muerto a manos de sus sucesores, Aureliano y Camavinga, que venían, según los expertos, a aprender… de Casemiro. “El dinero en el campo, no en el banco”, le gritaba el piperío a Lorenzo Sanz, que no lo tenía en ninguno de los dos sitios. “El dinero en el banco, no en el campo”, te dicen los piperos atónitos con los palancazos de Laporta, como si el dinero fuera suyo. ¿Pero qué dice Ancelotti?
    

En clubes como el Real Madrid, mis decisiones deben ser por fuerza a corto plazo y tácticas. En última instancia, es el propietario quien posee la marca y quien establece la política y la estrategia. Me pagan por tomar estas decisiones, y me despiden si las tomo mal.
    

La media Valverde-Aureliano-Camavinga es un río de leones en el moderno centrocampismo, y sufrirá el acoso mediático porque el marketing del Relato en año de Mundial impone la línea Gavi-Busquets-Pedri. Es el mismo Relato que vende ovaciones “para Lukita” y silbatinas “para Vini”, que hizo un gol en Vigo que te trae a la memoria el dictum “teigneux” de Eric García, el Manolo Escobar del Barça, en el Bernabéu: “¡Tú, chaval, Balón de Oro!”.
    

Pero sin Casemiro, el Madrid es más débil para partidos fuertes, debilidad adquirida por setenta y cinco millones. En el ataque, la debilidad es congénita, pues queda supeditada a la salud de Vinicius y de Benzemá, un atleta de 35 años sin más recambios que la broma de Hazard, el “falso 9”, y el pintoresquismo de Mariano, que luce en el banquillo una especie de peluca de juez inglés que alterará la precisión en los remates de cabeza. Mas Ancelotti, que no lo ignora, insiste:
    

Con Berlusconi aprendí que ningún sistema es más importante que el presidente del club. Es el jefe, así que, si le parece, puede incluso escuchar las charlas de los jugadores.
    

Ancelotti es italiano, y los italianos, nos decía Burckhardt, que los estudió mucho, observaron y trataron los asuntos de este mundo de manera objetiva desde bastante antes de conocer a los clásicos, porque ya eran de por sí un pueblo semiclásico y porque así lo determinaron sus circunstancias políticas. Si Valdano espera de Ancelotti que se haga progre sólo porque el arrendador de la granja familiar en la infancia se reservaba la mejor gallina, ignora que cuando él, Valdano, va a Laclau, Ancelotti vuelve… de Maquiavelo. Y, bien mirado, eso mismo ocurre con el Real Madrid.
 

 


CARISMA CANELITA


    Sergio Ramos, mítico Canelita madridista, ha sido nominado por su entrenador, Galtier, líder del vestuario del PSG por su carisma weberiano, que el propio Weber tradujo por “gracia”. Una vez, de visita en Biarritz, un amigo sevillano que iba conmigo se perdió de mañana en las Lafayette, y no volví a saber de él hasta la noche, que lo encontré de casualidad en un bar, el Bar Jean: no hablaba francés, pero dirigía una fiesta donde todos los parroquianos bebían y brindaban con coñac, comían/sorbían erizos de mar, canturreaban francés y bailoteaban flamenco. Así me figuro yo el liderazgo de Canelita en París.

[Lunes, 22 de Agosto]