viernes, 5 de junio de 2020

Tiranicidio

El hombre del frap


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El sabio que más supo de tiranos, porque los estudió, halló en el “Policraticus” (espejo para príncipes de Juan de Salisbury) una elocuente secuencia de epígrafes sobre la tiranía que penetra como si nada en el espíritu de nuestro tiempo:
    
Tyrannum licet adulari; tyrannum licet decipere; tyrannum licet occidere (es lícito adular al tirano; es lícito engañar al tirano; es lícito matar al tirano).
    
Un gandumbas del periódico global, alfalfa de nuestras elites, condesciende a sumergirse en la Wikipedia para sacar de “su confusión” a la portavoz del PP, Álvarez de Toledo, que llamó “terrorista” a un presunto repartidor de folletos del Frap.
    
Para sacarla de su confusión, le recuerdo que quien se levanta en armas contra un tirano no es un terrorista. Es así desde el padre Mariana.
    
Confunde el gandumbas al padre Mariana con la Marianne francesa, pero con la Wikipedia ocurre como, según Russell, con la «Filosofía de la historia» de Hegel, que presenta un sistema de la historia de acuerdo con el cual se supone que se han desarrollado los acontecimientos históricos, cosa que gusta a la gente.
    
La fórmula es sencilla y los lectores (¡nuestras elites!) piensan: «Ahora lo entendemos todo». Si es falsa, no lo perciben.
    
En mayo del 73 el Frap reivindicó el asesinato en Madrid, a cuchilladas y en manada, no del tirano, que estaba en El Pardo oyendo “Marina”, sino de un policía cuyo compañero salió corriendo. “El ajusticiamiento de los asesinos policías ha producido gran entusiasmo entre todos los sectores populares”, escribe el Comité, y con el inconfundible lenguaje jesuítico del teólogo talaverano invita a dejar de lado “a todos los traidores que pretenden encauzar las luchas populares por el callejón sin salida del pacifismo”.
    
Después de todo, ¿tan pura era su sangre? –fue la criminal respuesta de Barnave a la indignación general por los crímenes (“propios de caníbales”, para Saint-Just) de la Bastilla.
    
Así nuestras elites se quedan más tranquilas.