viernes, 12 de junio de 2020

¿El gran derbi?


 Joaquín, soledad en el banquillo

 Soledad en el ¿gran derbi?

 La soledad del capitán vencedor


Francisco Javier Gómez Izquierdo
        
 No tengo idea de la disposición de cada cual para volver al fútbol, pero en mi caso ha sido de temor ante la sospecha confirmada de asistir a un sucedáneo. Ésto no es, señores. Ésto es como decir misa en vaqueros y saltándose la consagración. Antier el Rayo-Albacete disimuló un poco la orfandad de unas criaturas amparadas sólo por criterios de negocio quizás porque un partido aplazado siempre parece jugarse a deshora y nadie se acuerda cuando se reanuda. Todo era raro. El Albacete con 10. Paco enmascarado y con guantes como para operar de urgencia en un avión. Lucas con esa tristeza amarga que tanto nos aburrió en El Arcángel. Fútbol impreciso como el de presos en régimen de aislamiento resuelto por la genialidad del de la celda 3 al que hay pagar dos cortados por su golazo por la escuadra... En Segunda División no resulta tan extraño el graderío vacío.... pero en un derby de Primera ese mismo vacío sospecho nos traerá efectos secundarios.
      
En febrero hice el propósito de venir a Sevilla a vivir el ambiente previo de este partido y el de  final de Copa. Entrada, seguro que no hubiera conseguido para ninguno de los dos, pero las dos fechas las tenía marcadas en el calendario. ¡Ah! ¡Cuánto hecho de menos y voy a seguir echando, el ambiente previo a un gran partido de fútbol! ¿Y ver un Sevilla-Betis en una bar bético o sevillista? No sé. Me parece que si dura mucho la exclusividad televisiva los yonquis lo vamos a ir dejando. Tienen razón los comentaristas cuando dicen que el nuevo fútbol parece un juego de play station con menos atractivo que el que tienen para nuestros chicos sus particulares ligas. ¡Con qué mala sensación me fui a la cama!
       
Lo más destacable ayer en el Sánchez Pizjuán corrió por la zona derecha del Sevilla y se llama Lucas Ocampos, para un servidor el mejor futbolista que ha llegado esta temporada a la Liga. Además de clase tiene casta competitiva y ¡cómo no! es cosa que sólo supo ver Monchi. Este diamante de 25 años lleva un quinquenio sin acabar de encajar en varios equipos de Francia e Italia y al final este verano el Olympique de Marsella atendió a la pretensión de Monchi y traspasó al zagal. Álex Moreno y Tello miraban impotentes el despliegue del argentino. ¡Con qué soltura  les ganaba todas las carreras y les robaba todos los balones!. A los diez minutos ya había estrellado un balón en la cruceta de Joel y los que acabábamos el vaso de vino de la cena dábamos el partido al Sevilla por mejor forma física y por mucha más calidad técnica a pesar de ese trío bético con Canales-Aleñá-Fekir que no acaba de cuajar. Aleñá tiene ramalazos de portento pero a la hora de la verdad yo creo que entorpece a sus compañeros que no entienden sus repentinas ocurrencias. Esperemos que encaje definitivamente pero está claro que Rubi no lo quiere sacando el balón entre los centrales. El partido fue del Sevilla de principio a fin y lo empezó a ganar a poco del descanso. Es cierto que Mateu Lahoz ayudó lo suyo a resolver el trámite con un penaltucho de los que en otro tiempo no se le pasaba por la cabeza pitar. Imagino que el VAR le diría que la jugada es interpretable y que hiciera lo que creyera conveniente. Mateu no revisó la jugada y mantuvo su primera impresión que por otra parte creo que es como debe ser. Lanzó el castigo Ocampos, no sé si por estar así programado o por ser el que más en vena estaba anoche. El 2-0 vino a los cinco minutos del penalty después de un saque que taconeó como al descuido el jugador del partido, delineando un pase perfecto a Fernando que como Advíncula con el golazo del Rayo en Segunda parece que quisiera revindicar la negritud como moda de temporada.
        
Tras el 2-0 definitivo llegó otra de las novedades venenosas para el fútbol: los cambios. Cinco por equipo. Como si fuera un partido de presentación de agosto pero que en competición va a servir para hacer insufribles las pérdidas de tiempo. Para que no hay lesiones, dicen. Supongo que lo de los cinco cambios no habrá venido para quedarse. Si así fuera, entre lesiones simuladas, Bilardos estudiando las “posibilidades sustitutivas” y la televisión explicando los fundamentos del “nuevo fútbol”, el negocio y el deporte-espectáculo que nos tiene abducidos, acabará por derrumbarse... o quizás se asiente para el espectador consumidor de series.Al final, lo más sensato será volver a las canchas de cadetes y juveniles donde podamos respirar de nuevo fútbol. Si ayer no hubo pizca de emoción, ¡ustedes me dirán la que va a haber en un Extremadura-Alcorcón!