sábado, 5 de mayo de 2018

Tártagos

Ortega en el Ateneo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

A los doloridos por la salud de España brindamos un diagnóstico de Ortega, el Filósofo Máximo de la Nación (que nunca citó a Santayana), el 4 de mayo (ayer, precisamente) de 1946, en el Ateneo:

Después de una etapa de angustias y tártagos, España tiene buena suerte. Mientras los otros pueblos, casi todos, están enfermos, el pueblo español, lleno de defectos y hábitos torpes, ha salido con una indecente salud.
De la angustia de los tártagos a la indecencia de la salud.

Este texto auténtico no lo hallará el lector curioso en las Obras Completas (tomo IX, Taurus, Madrid, 2009, paginas 880-82), donde ha sufrido notables variaciones, según ha descubierto Enrique de Aguinaga.
Pero esta inesperada salud podemos perderla si no andamos muy alerta. Hay que inventar nuevas formas de vida en las que el pasado desemboque en el futuro con originalidad, con esa cosa sin la cual no se puede torear ni hacer historia: con garbo.
Es el garbo de esos “especialistas en Ortega”, los liberalios, arbitristas de cursilería d’annunziana y meñique levantado que dicen que “la Constitución hay que actualizarla al siglo XXI” (¡pobres useños, con su antigualla de 1787!), claro que con mucho consenso (en suramericano, “repartija”), que es en lo que está el ministro Catalá, jugando a Maupeou, el del golpe de Estado contra los magistrados que una vez al año molestaban a Luis XV con sus “protestas”, jaleado por Voltaire (aquí tenemos unos cuantos de bolsillo), quien prefería verse de cola de león de vieja estirpe que de “cabeza de mil ratas de mi misma especie”.

Los “especialistas en Ortega” creen que la democracia representativa nació del liberalismo parlamentario, pero nació contra él. En cuanto a la “indecente salud de España”, diremos lo que Marañón dijo a Madariaga de la de Valle-Inclán:
Don Ramón no tiene derecho a estar en vida. Le hice un reconocimiento total hace cinco años y ya entonces el mero hecho de que estuviera en vida era un insulto a la ciencia.
Vengan tártagos.