lunes, 21 de mayo de 2018

En el nombre del padre

Cole Thorton (John Wayne) y Nelse McLeod (Christopher George)
 en “El Dorado” de Howard Hawks



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Semana Grande para la institución familiar en el Occidente: el timonel Pablemos se muda de casa, el príncipe Harry se casa y Luca, el hijo de Zidane, debuta de la mano de su padre en la portería del Madrid.

    La casa comunal de Pablemos carece de interés, pues, al caer en manos comunistas, es un bien a repartir entre los pobres, y nosotros no somos pobres. La boda real de Harry también carece de interés, pues Harry, y esto es algo que ya decía él siendo un tierno infante, no va a ser rey, y por consiguiente puede hacer lo que le pete. El debut en el Real de Luca en Villarreal (“Vila-Real”, escriben los gilís con máster en “lenguas del Estado”) es otra cosa.

    El Real Madrid es hoy el nido de los Zidane, pero el nido, enseña Santayana, es para los pájaros que vuelan, no los pájaros que vuelan para el nido.

    –La alegría de la vida es echar a volar.
    
¿Voló Luca en Villarreal?

    Los antropólogos sostienen que en los humanos la familia es costumbre menos instintiva y más impuesta que en los demás (en otras especies suele limitarse a la época de la crianza), elevada por la ética cristiana a rango de institución divina.

    No sé yo si Zidane será cristiano, pero con la familia hace como Cruyff, que colocó al yerno, Angoy, en la portería del Barça, y así se entiende mejor su extraña decisión (el corazón tiene razones que la razón no entiende) de rechazar a Arrizabalaga.
   
 –Faltaba él por jugar –fue la explicación de Zidane en Villarreal, donde el viejo Real Madrid “de las glorias deportivas / que campean por España” que cantaba José de Aguilar ha conquistado… el tercer puesto en la Liga.
    
La disculpa es que se trataba de otro entrenamiento, el último, para Kiev, donde espera el Liverpool, que en realidad ha esperado en Marbella, el paraíso perdido de Jaime de Mora y Gunilla von Bismarck-Schönhausen, condesa Gunilla von Bismarck-Schönhausen, la Jürgen Klopp de la Café Society.
    
Klopp (vamos a soñar que no va al Barcelona) ha tenido a los futbolistas en Marbella estirando las piernas mientras les ponía de modelo competitivo, si damos crédito a los Fake News, al Atleti de Simeone, aunque no me parece buena idea llevar a Salah a Marbella a saborear los jazmines de un príncipe árabe y luego decirle que ha de matarse a correr para ser como Koke Resurrección. La terapia preparatoria de la final radicó, al parecer, en las cenas en grupo, que es una cosa de mucha importancia en el fútbol. Juanito Alonso, el portero más laureado del Madrid, contaba su movida con don Santiago Bernabéu a causa de una cena en Bruselas:

    –Llegamos al hotel a cenar después de haber jugado un partido. A las veinticuatro horas teníamos que jugar otra vez, y tanto Rafael Lesmes como yo pedimos carne, no tortilla de patatas como se ha llegado a decir. Al ver que el camarero tardaba, nos levantamos de la mesa y nos fuimos a la habitación.
    
A Bernabéu no le gustó el comportamiento de su portero, y, desde allí mismo, puso una conferencia a la Argentina y fichó a Domínguez, que empezó jugando como titular la temporada siguiente (1957-58), pero a los pocos meses, viendo que las cosas iban mal, “volvieron a ponerme”.
    
En los buenos tiempos de los toros en Barcelona, era costumbre rifar una cena en Marbella con Mario Cabré, que es como si el fútbol sortease ahora una cena en La Venencia de la madrileña calle de Echegaray con el cortihero Sergio Ramos tocado con el sombrero cordobés de Finidi George, aunque yo en modelo Cabré veo mejor a Wenger, el lúser colosal que ¡también! dejó escapar el fichaje de Cristiano, o a Valdano, el sacamuelas oficial que presume de haber convencido a Raúl de quedarse en el Madrid, cuando el jugador quería volver al Atlético.
    
¿Qué sorpresas nos dará Zidane en Kiev? ¿Kéylor o Luca? ¿Bale o Benzemá? Yo de Zidane, lo intentaría con Luca y Benzemá, que es lo que le pide el cuerpo, que en su caso es la flor. La leyenda es la leyenda, y la leyenda es ganar al Liverpool como Cole Thorton (John Wayne) a Nelse McLeod (Christopher George) en “El Dorado” de Howard Hawks. Y luego, Kéylor y Bale… para Mourinho.



EL BOMBO DE PLATINI

    Lío de bombos en el Mundial francés del 98 para favorecer a la Francia de Zidane, que ganó la final al Brasil de Ronaldo. Lo ha declarado Michel Platini, el del gol de sobaquillo a Arconada en la Eurocopa del 84: “No nos íbamos a molestar durante seis años en preparar una Copa del Mundo como para no hacer pequeñas travesuras. ¿Crees que los demás no lo hicieron?” De Francia, franqueza, que viene bien, ahora que llega el Mundial de Rusia y los moralistas del meñique levantado sacan pecho con Putin como hacen los aficionados ventajistas de Las Ventas con El Fandi, en quien afean las maneras toreras, infinitamente más elegantes que las del Curro de San Blas, Julián López, “King of Seville”, a quien veneran.