miércoles, 15 de febrero de 2017

La Cultura

Menéndez Pelayo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Hoy presenciamos el lento suicidio de un pueblo que, engañado mil veces por garrulos sofistas, empobrecido, mermado y desolado, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan y, corriendo tras vanos trampantojos de una falsa y postiza cultura, en vez de cultivar su propio espíritu, que es el único que redime a las razas y a las gentes, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece, a cada instante, las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la historia le hizo grande, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, de la única cuyo recuerdo tiene virtud bastante para retardar nuestra agonía.

Peor escritas, estas cosas parecerían sacadas del “Vamos a menos” de Goytisolo, el Zola del Régimen, pero son el discurso de Menéndez Pelayo en el Centenario de Balmes, calle barcelonesa no muy lejana de la de Bocaccio, sede, ay, de la rebeldía antifranquista, de Pitito, marqués de Martell, a Marsé, un “bracero de la redacción de textos”, en “flash” de García Viñó, que consagró su vida a desnudar a nuestros entes alcurnes oficialmente dotados de pluma galana.
Pitito fue una noche al “Royalty Theatre” de Londres, entró tarde (“Oh Calcutta!” había comenzado) con un traje de cascabeles… y se detuvo el espectáculo.
Algo así ha debido de hacer Marsé, por la agitación con que se discute en las barras de los bares su pedrada al Planeta, único premio, según me dicen, que su cuadra no reparte en una industria donde, al decir del propio García Viñó, parece que las novelas las escriben los editores, las críticas las hacen los escritores y de la distribución se ocupan los críticos.

Mejor escrita, la “nefasta experiencia como jurado” narrada por Marsé recordaría a los “Naufragios” de Álvar Núñez Cabeza de Vaca.

Como dijo un bendito:

Nosotros, la élite cosmopolita que lee “El país”, o que escribe en él