Uros y przewalskiis
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Amigos de Salgüero de Juarros, pueblo en el que tuve el honor de ejercer de ayudante de cantinero pues el auténtico cantinero siempre será el gran Melquiades, me envían un racimo de fotografías para que no me olvide de ellos y para dejar constancia de los bucólicos parajes en que han convertido su sierra.
Amigos de Salgüero de Juarros, pueblo en el que tuve el honor de ejercer de ayudante de cantinero pues el auténtico cantinero siempre será el gran Melquiades, me envían un racimo de fotografías para que no me olvide de ellos y para dejar constancia de los bucólicos parajes en que han convertido su sierra.
Creo que Don Ignacio se ha acercado dos o tres veces por donde empieza a crecer la Demanda en busca de alubias rojas armado de catalejo por si por un casual asomaban los uros que el paleontólogo Arsuaga había soltado en la Sierra en procura de una república neanderthalense. Lo que no pudo encontrar nuestro editor nos lo ofrecen la nieve y los rigurosos hielos burgaleses, agrupándose las caprichosas y exóticas especies que el Director de Atapuerca quiere asalvajar, como para ser vistas, temerosas de perecer abandonadas del hombre que las sacó de su casa.
Además de los uros, el paleontólogo Arsuaga trajo unos caballos, dicen que salvajes y dicen que mongoles, con nombre de futbolista polaco –Przewalskii- que pacen en lo que llaman término de Valcabadillo en el pueblo de Salgüero a los que también la nieve los ha acercado a las casas y los ha bajado al río en busca de brotes verdes.
De la página del pueblo y con su bendición enseñamos la novedosa fauna de mi nación.