viernes, 6 de febrero de 2015

El votante



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Los politólogos (politólogo es el que no tiene otra cosa que hacer) están engorilados con el votante de Podemos.

En Europa (aparte Francia e Inglaterra) no hay electores, sino votantes. Como el salvaje para los antropólogos, el votante es un individuo servicial que hace lo que sea necesario para sustentar las teorías de los politólogos.

¿Quién es y dónde se encuentra el votante de Podemos?

Los que yo conozco son o funcionarios o millonarios (socialismo Benarroch) o, mezcla, bien mirado, de los dos, o sea, estudiantes, gente, en cualquier caso, que no ha tenido en su vida una radial en las manos, y se encuentran en el barrio de Salamanca, que es el barrio que Willy Toledo no se atreve a pisar… por si se encuentra con Almodóvar, que no sale de él, y le pone a cavar cunetas en su próxima película.

Sé de esnobs de la Milla de Oro, con pisos de seis mil euros mensuales e hijos universitarios en Londres y París (“las universidades españolas son infumables”) que votarán a estos charlatanes de Facultad que dan la chapa complutense en el parnasillo de Berlusconi y que nos prometen un país tan gamberro como Grecia.

Nadie se ha parado a pensar que quizás la sociedad española se merezca a Pablemos, ese señor cargado de espaldas (el peso de la púrpura) que va tan de prisa (lo que Marx llamaba la aceleración del proceso histórico, me recuerda un amigo) con el cuento de la “casta”, cuando él ya ha hecho suyos los dos rasgos distintivos de la “casta”: el sistema de listas y la nómina del Estado.

Al final, si tenemos en cuenta que el enemigo del sistema es la abstención, Pablemos viene a apuntalar el sistema con esos votantes suyos que por aburrimiento, al que tan propensos son el funcionario, el millonario y el estudiante, habían dejado de votar.

Llega una época (“¡perezosísima!”) en que vamos a ser todavía más fachas de obra y todavía más progres de palabra.

Cuando la “égalité” entra por la puerta, la “liberté” sale por la ventana.