LOS ÚLTIMOS MOMENTOS
Llegada de la mujer, su hija y un hermano
Las últimas horas de vida del infortunado diestro han sido tristísimas. La angustia y la agitación febril, que no le han abandonado un momento, han hecho que su agonía haya revestido caracteres verdaderamente trágicos.
Todo el día del domingo lo había pasado Ignacio Sánchez Mejía víctima de una gran agitación nerviosa, que se intensificó durante la noche. Debido a esta agitación, el enfermo perdió el dominio de su facultades mentales y empezó a desvariar. En algunos momento de lucidez llamaba a las personas que le rodeaban.
Eran éstas su hermano Aurelio, su hijo Pepe, el diestro Pepito Bienvenida, que fue el que se prestó para hacer la transfusión de la sangre, el mozo de estoques Antonio Conde, los banderilleros Blanquito y Mella y nuestro compañero Gregorio Corrochano, que ni un momento abandonó al enfermo y que no sólo le ha asistido en los instantes de mayor excitación, sino que ha atendido a la esposa e hija del infortunado diestro.
Éstas llegaron esta madrugada en automóvil procedentes de Sevilla, acompañadas de Aurelio Sánchez Mejía y con una hija de Gregorio Corrochano, el cual ya tenía dispuestas para ellas habitaciones en el sanatorio.
No se las permitió ver al herido, que en aquellos momento se hallaba excitadísimo y requería el auxilio de unos y otros para que le dejasen beber agua. En uno de esto momentos llamó a Corrochano y le dijo que ya sabría por su estancia en Marruecos que el agua sólo se negaba a los heridos de vientre.
Llegada de la mujer, su hija y un hermano
Las últimas horas de vida del infortunado diestro han sido tristísimas. La angustia y la agitación febril, que no le han abandonado un momento, han hecho que su agonía haya revestido caracteres verdaderamente trágicos.
Todo el día del domingo lo había pasado Ignacio Sánchez Mejía víctima de una gran agitación nerviosa, que se intensificó durante la noche. Debido a esta agitación, el enfermo perdió el dominio de su facultades mentales y empezó a desvariar. En algunos momento de lucidez llamaba a las personas que le rodeaban.
Eran éstas su hermano Aurelio, su hijo Pepe, el diestro Pepito Bienvenida, que fue el que se prestó para hacer la transfusión de la sangre, el mozo de estoques Antonio Conde, los banderilleros Blanquito y Mella y nuestro compañero Gregorio Corrochano, que ni un momento abandonó al enfermo y que no sólo le ha asistido en los instantes de mayor excitación, sino que ha atendido a la esposa e hija del infortunado diestro.
Éstas llegaron esta madrugada en automóvil procedentes de Sevilla, acompañadas de Aurelio Sánchez Mejía y con una hija de Gregorio Corrochano, el cual ya tenía dispuestas para ellas habitaciones en el sanatorio.
No se las permitió ver al herido, que en aquellos momento se hallaba excitadísimo y requería el auxilio de unos y otros para que le dejasen beber agua. En uno de esto momentos llamó a Corrochano y le dijo que ya sabría por su estancia en Marruecos que el agua sólo se negaba a los heridos de vientre.
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano