martes, 18 de junio de 2013

Liberace





Hughes
Abc

Nunca conocí a Liberace, se lamentaban Los Intronautas, pero gracias a la HBO y a Soderbergh podremos aliviar esa frustración. Michael Douglas, que con los años y achaques se ha acabado pareciendo a Ortega Cano, ha realizado, como quien reconstruye un fresco histórico, la hazaña de reproducir la pluma de Liberace, que no era cualquier cosa.

Rajmaninov del camp, fue un pianista flamígero, de un virtuosismo de notas de bisutería cayendo como cristales de una lámpara Imperio. Híbrido, roquero versallesco en su boogey o humorista clásico antecedente de Dudley Moore y sus Beyond the Fringe. Estrella de la tele, primer rey del glam, eslabón imposible entre Art Tatum y Elton John, vestido como si fuera a tocar para Luis XIV con un tupé años 50. Pionero del lounge y de la cirugía y vengador definitivo de todos los pianistas de salón.

En el museo clausurado de Liberace estarán los candelabros que colocaba sobre el piano, suntuoso romanticismo para su público que el tiempo ha convertido en soledad de habitante único de un castillo rococó. Tocar una melodía popular como si la hubiera compuesto Strauss, ese era su método y su estética de Vienas desplazadas.

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