lunes, 1 de julio de 2024

Tartufo enmascarado



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La Eurocopa resulta, de momento, un muermo porque, de entrada, las selecciones, hoy, son muy inferiores a los clubes, y luego porque se trata de una competición entre naciones, actualmente condenadas a su disolución por imperativo de la política imperial. Ver en estos tiempos en Alemania un partido de fútbol entre selecciones nacionales es como ver en Las Ventas una corrida de toros con figuras, en la que el toro de lidia ha sido sustituido por un buey de labor ante el que esas figuras ejecutan su repertorio de posturas de billar que un público atontado toma por arte. Dicen que en Alemania, precisamente, la España de la amnistía, con Morata de estrella, va como un tiro, y eso que todavía no ha debutado Joselu.


Cómo será el espectáculo (los comentaristas de la TV pública no ayudan con sus chistes de Arévalo), para que la comidilla más relevante del evento sea la máscara de Mbappé, que se rompió la nariz al estilo de un antiguo delantero centro inglés. Si estás en un bar sentado ante el televisor y te aborda un turista y te pregunta en qué debe fijarse, sólo tienes que decirle que lo más, lo más, lo más de la Eurocopa es el de la máscara, y que lo siga sin perderlo de vista.


Nuestro Santayana decía que todo el que esté seguro de su pensamiento u orgulloso de su oficio o preocupado por su deber adopta una máscara trágica, como la de Mbappé, que calza, de paso, el coturno de la deliberación, que decían los clásicos. A Mbappé le han puesto de chupa de dómine por pedir desde la concentración del equipo de Francia el voto contra los extremos, es decir, el voto para Macron, su protector. ¡Mbappé, centrista liberalio! “¡Un millonario diciendo a los pobres cómo deben votar!” “¡Va a vivir en La Finca y pide el voto de la “Banlieue” para Macron!” Etcétera.


Esto es ignorar que son los millonarios, no los pobres, los que invitan a votar, razón por la cual los pobres, siendo mayoría, nunca han ganado una votación. El centrismo de Macron tiene a Mbappé como el centrismo de Suárez tuvo a Bárbara Rey, circunstancia que no sé yo si hace de Mbappé un Tartufo, y encima enmascarado.


A cada época, tiene dicho Muray, le corresponde su Tartufo. Muray veía al Tartufo contemporáneo crecido y adornado, fundando oenegés y votando centrismo de la tercera vía. Va de lírico tísico como en los 60 iba de estalinista-lamartiniano lánguido.


Un “falsificador de devociones” (Molière), su “vana ostentación de buenas obras” (Molière otra vez) no le impide, más bien al contrario, “cometer las malas” (Molière también). Partidario del Nuevo Orden americano. Porque, de la misma forma que no había más qu un solo Dios, no debe haber ya, a medio plazo, más que una sola forma de sociedad. La Ciudad del Bien sucede a la “Civitas Dei”.


El portero español Unai Simón opina que los futbolistas sólo deben opinar de fútbol (¡la gremialización de la opinión!: “Haga como yo, no se meta en política”), pero Mbappé está en su perfecto derecho a pedir el voto para Macron (otra cosa, más fea, es que lo haga con la camiseta nacional de Francia y su gallo “Ko-ko-ro-ko”). Sabemos, en fin, qué piensa Mbappé del macronismo, pero ignoramos qué piensa Simón del oteguismo.


Ocurre que en la vida, cuando la libertad de pensamiento entra por la puerta, la libertad de expresión sale corriendo por la ventana, y no conviene darle vueltas. Los partidarios de Macron (el tipo, a todo esto, que más ha hecho por demorar la llegada del astro francés al Real Madrid) pueden solazarse con los elogios de Mbappé, y los detractores de Macron pueden solazarse con los dicterios de Meloni a raíz de que el francés llamara “vomitivos” a los italianos. La italiana llamó “cínicos” a los franceses y apuntó una solución para la inmigración que siempre pasan por alto los centristas liberalios: en vez de traer africanos a Europa, impedir que a África vayan europeos colonialistas como Macron a explotar las riquezas de aquel continente. ¿Continuará la controversia en España?

 

En tiempos de don Santiago Bernabéu, diríamos que no. Breitner vino a Madrid con el librillo rojo de Mao, entre cuyas hojas llevaba algún donativo para los obreros de la Standard que estaban en huelga, y Bernabéu, enemigo de las poses, cortó el rollo maoísta de Breitner como antes había cortado la melenona rubia de Netzer. Al cabo de los años, por cierto, el más cabestro en la celebración de los goles del Bayern en el Bernabéu ha sido Breitner, señal de que nunca fue madridista.


Con la ilusión de ver al Real Madrid 24-25, la Eurocopa se nos va a hacer eterna. El perro Steph Furry, heredero en las labores de vidente del pulpo Paul, predice el triunfo final del Combinado Federalizante de De la Fuente, que ha mejorado a todos sus futbolistas, y eso lo hace ser mejor entrenador que los nefastos Gareth Southgate y Didier Deschamps, que los han empeorado a todos. El pulpo predijo el triunfo de España en el Mundial de Suráfrica y el perro predice el triunfo de España en la Eurocopa de Alemania, a cuya selección  superará en cuartos, antes de despachar a la República Checa en semifinales y a Portugal en la final. Otro subidón para las terracitas madrileñas.


[Sábado, 22 de Junio]