viernes, 2 de octubre de 2020

La Trinca

Mirabeau

 

Robespierre



Bonaparte

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El Monte Rushmore de la guerra civil española eran los Nuevos Ministerios de la Castellana en Madrid con su famosa trinca: Prieto, Largo y, a caballo, Franco. O sea, Mirabeau, Robespierre y Bonaparte.
    

De tantas reputaciones, de tantos acontecimientos, de tantas ruinas, sólo quedan tres hombres –escribirá Chateaubriand: Mirabeau para la aristocracia, Robespierre para la democracia, Bonaparte para el despotismo.
   

 Los Nuevos Ministerios, igual que la guerra, los empezaron Prieto y Largo y los acabó Franco (espoleado por una viñeta de Mingote en ABC con el guarda de la obra presumiendo de tener un trabajo “para toda la vida”).
    

A Franco lo voló del pedestal Zapatero, y ahora el Ayuntamiento quiere volar del callejero a Prieto y Largo, para disgusto del ala intelectual del socialismo, liderado por Simancas, el Besteiro de Kehl, que tiene a aquellos energúmenos por Madison y Hamilton, y a quien un tuitero sugiere sustituir sus nombres por los de Tamayo y Saez.
    

Sólo mi voluntad se halla incólume para luchar en defensa del proletariado… pese a la incomprensión necia de los propios defendidos –dirá luego Prieto, que había tirado de pistola en el Parlamento–. Pero la cosa está perdida. Lo siento porque ese tío sinvergüenza de Don Lindo del Pardo ha triunfado.
    

Prieto se elevó como líder obrero y después se vendió a los capitalistas –recordará luego Franco–. Cuando estuve en Baracaldo, al mezclarme con el pueblo y ver que el pueblo se mezclaba conmigo, pregunté: ¿Dónde está la gente que era de Prieto? Es ésta misma, me respondieron.
    

¿Y Largo, “el Lenin español”? Se negó a condenar, como concejal, la bomba de Morral, pero fue consejero de Estado de Primo, el dictador, fase de engorde del partido, y protagonizó los golpes del 17, del 30, del 34 y del 36:
   

 –...a fin de impedir que entrase en el gobierno Gil Robles, se compraron y repartieron armas... Se resolvió que, para salvar al Partido Socialista, se declarase que el movimiento había sido espontáneo.