Oliverio Girondo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Adiós, en accidente de helicóptero, a Kobe Bryant, “una trágica noticia para quienes amamos el baloncesto”, en tuit mostrenco de Pedro Sánchez, que tuitea como un becario de La Sexta, con “voletíos” o vuelos de corral.
–El “voletío” –decía El Séneca– expresa el tramo menor, afanoso y valiente, en que, de alero en alero, fraccionan su vuelo las fuerzas de progreso.
La masmédula de Sánchez es volar.
“En la masmédula” es un título del poeta argentino Oliverio Girondo que compite con el “Trilce” del peruano César Vallejo. “No se me importa un pito que las mujeres / tengan los senos como magnolias o como pasas de higo… / ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, / bajo ningún pretexto, que no sepan volar… / No me es posible ni tan siquiera imaginar / que pueda hacerse el amor más que volando…”
Para el freudismo volar es una erección. “Pensar es una erección y yo todavía pienso”, dijo nuestro Ortega a Octavio Paz en el Hôtel du Rhône en Ginebra. El junguismo, en cambio, sí admite la analogía volar/sed de espíritu. ¿Sánchez, espiritual? Hombre, a Santayana ser a la vez bestia y espíritu no le parecía una contradicción (“al contrario, es necesario ser bestia si uno quiere llegar a ser espíritu”). Pero en Sánchez todo indica que la pista buena es la del engorilamiento freudiano. ¡La masmédula freudiana! ¿A qué, si no, ese ir y venir de Sánchez como María Luisa, la esposa de Girondo, que “desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, / volaba del comedor a la despensa?”
Sin Freud no se explica un astronauta que hace algoritmos (¿para medir el déficit?) en el gobierno, un “Puma” con el intrépido coronel de Cee en Cuelgamuros, una oficina volante para hampones chavistas en Barajas, un Falcon de libre disposición en La Moncloa, y en Mallorca, el “Cuco”, un helicóptero para rescates “incautado” por el Presidente para ver las cuevas del Drach.
–El que no marca el paso es que oye otro tambor –avisan en “Alguien voló sobre el nido del cuco”.