lunes, 28 de junio de 2021

House of wax


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Los crímenes del Museo de Cera (“House of wax”, en el original) es una película de Vincent Price sobre las extrañas desapariciones en un museo de cera.


    Para el mundo sentimental del pipero, las salidas de Zidane y de Ramos (que se unen a la de Cristiano en su momento) son desapariciones tan extrañas como las de la película de Price, tratándose, además, de las tres figuras de cera más llamativas de la posmodernidad triunfal del Madrid de Florentino Pérez. Ramos en ningún caso podía salir del Madrid, por muy pirulero que resulte el personaje; si no está para jugar, está para dar conversación en el palco o para hacer la estatua a la puerta del nuevo Bernabéu. Todo lo que no sea eso, traerá un karma muy malo. Pero es que, además, está para jugar, y más después de ver a Laporte, el central Chanel nº 5 del Trío Los Elegantes (Rubiales, Molina, Luis Enrique): con Ramos en el puesto de Laporte en Sevilla, Lewandowski no habría metido la cabeza.


    De Zidane se nos dice que deseaba la renovación de Ramos. ¿Y Ancelotti? ¿Qué dice la ceja de Ancelotti de que le cambien a Ramos por Alaba, que hizo un penalti con Austria y ponía ojos de Marujita Díaz?


    –Es la última vez que juego de lateral derecho –le dijo Ramos a Ancelotti un día que Anceloltti, que entonces aún era un entrenador sin memorias escritas, le puso de lateral derecho “y todavía no éramos muy amigos”.


    Una vez amigos, lo puso a jugar de centrocampista. De hecho, las dos hazañas tácticas en la carrera de Ancelotti son retrasar a Pirlo en el Milán y adelantar a Ramos en el Madrid. Lo de Pirlo salió bien. Lo de Ramos… no. Fue una ocurrencia. Lo habló con el jugador, que estuvo de acuerdo. Pero no lo practicaron porque era un secreto. Cree que le pagan para tomar estas decisiones, a sabiendas de que le despiden si las toma mal.


    –En Vito Corleone ¿vemos a un hombre débil y tranquilo, o vemos a un hombre poderoso y sereno que domina la situación?


    Ausente Ramos, ¿qué hacemos con Bale? ¿Lo mantenemos o lo retrasamos? ¿Lo centramos, como le gusta a él, o lo “lateralizamos”, como propone la escuela de traductores de Toledo de Álvaro Benito? La “centralidad” deseada por Bale fue el primer encontronazo Flóper-Ancelotti. El agente se quejó al presidente y el presidente le tiró de la ceja al entrenador, que dijo que no podía hacer nada por centrar a Bale, salvo mandar a tomar viento al sistema. Venía de colocar a cuatro jugadores (Pirlo, Seedorf, Rui Costa y Kaká) en tres puestos del Milán, pero, en el Madrid, Bale, sólo Bale, le desbarataba todo el campamento. Mas con Berlusconi había aprendido Ancelotti, lo dice él, que ningún sistema es más importante que el presidente del club, dicho sea para los teóricos de la autonomía del entrenador.


    El sistema favorito de Ancelotti es el 4-4-2, pero a expensas del sistema que le guste al presidente, que puede que se decante por “el árbol de Navidad”. Curiosamente, fue en la Juventus, que a los futboleros les parece la base de la Legión “Álvarez de Sotomayor” en Viator (Almería), donde Ancelotti aprendió a ser flexible con los sistemas. Antes, su inflexibilidad le había costado en el Parma perder se a Roberto Baggio, que no cabía en su cabezónico 4-4-2, que, por otro lado, es el sistema más sencillo de entender por los futbolistas, que tampoco son jugadores de ajedrez. Hoy Ancelotti es un entrenador con libro de memorias y tiene claro que su misión se reduce a montar un sistema para la comodidad de los jugadores que ponga a su disposición el presidente. Lo racional, para él, sigue siendo el 4-4-2, “porque refleja la forma del terreno de juego, que es un rectángulo”, pero ya en su primera etapa en el Madrid logró organizarse de tal manera que estaba en condiciones de pasar, en el mismo partido, del defensivo 4-4-2 al ofensivo 4-3-3 las veces que hiciera falta.
    

Puede que el no va más sea la idea de Guardiola de tener once centrocampistas, incluido el portero –concede Ancelotti en su manual para conquistar mentes, corazones y triunfos.
    

Pero lo nunca visto en adiestramiento lo vio Ancelotti en Lobanovski, creador del Dinamo de Kiev de los 80, más la selección de la Urss echada de México’86 por un “lineman” inepto llamado Sánchez Arminio. La intensidad de Lobanovski en el campo era de locos.


    –Yo lo intenté en el Madrid y los jugadores aguantaron sólo quince minutos.


    House of wax.

 


 Romário

HAZARD Y ROMARIO


    Romario, un genio del fútbol que se le escapó al Madrid (al que luego le han colocado Robinhos y Vinicius), trasnochaba en Sitges y se lo hacían saber a Cruyff, que siempre contestaba lo mismo: “Mientras me meta los goles, que t5rasnoche lo que quiera”. Hazard no es Romario, pero tampoco es Morata, y a la gente le llama la atención que, con lo que tiene dé tan poco. Mourinho, que lo conoce bien, ha dado su explicación: “Hazard parece no pertenecer a esta generación de jugadores, es muy callado y familiar, centrado en una vida muy tranquila. Pero entra al campo todas las mañanas y... no trabaja mucho. En el campo no ves el reflejo de una semana de trabajo, sólo un reflejo de su talento. Si fuera un profesional top...” Y ahí veremos a Ancelotti.

[Lunes, 21 de Junio]