lunes, 11 de abril de 2016

Gómez Martín, un Presidente en Las Ventas




José Ramón Márquez
 
Lo primero que hay que poner aquí es que en el día de hoy se ha sentado en el devaluado palco de Las Ventas una persona que ha sabido defender con entereza la seriedad de la Plaza, frente a las artimañas de los mulilleros, frente a la locura colectiva de los seguidores de los novilleros. Sólo ante casi todos, el Presidente don Jesús María Gómez Martín ha mantenido de manera firme y honorable la exigencia de la antaño llamada Primera Plaza de Toros del Mundo, hoy Primera Plaza de Pueblo del Mundo.

Los seguidores que acompañan a sus ídolos, que se empeñan en jalear lo malo y lo peor como si fuese lo óptimo, tienen todo su derecho a hacerlo, faltaría más. Dentro de todo ese guirigay es importante misión del Presidente mantener el criterio y defender la Plaza de manera acorde a su Historia, no devaluando los trofeos que se conceden, ni convirtiéndola en un coladero. Si hace unas semanas cualquier espectador atento pudo ver de manera neta las ostensibles indicaciones de Cabezas Porras sobre el señor López-Pastor Expósito para conceder una oreja pedida por casi nadie, hoy el señor Gómez Martín ha dado una lección a aquel equipo presidencial manteniendo de manera harto profesional y firme el orden dentro del palco, entre sus asesores, y optando por la vía más difícil: la de ejercer la autoridad que prestigia la Plaza aún a riesgo de recibir la censura inmediata de los que veían desvanecerse la posibilidad de triunfo orejero de su ídolo.

Los empresarios que aún rigen los destinos de la Monumental, imbuidos de la corriente a favor de la diversidad de encastes, programaron para este domingo una corrida de novillos de Pablo Mayoral, que fue remendada con dos de doña Mercedes Figueroa. Una ganadería de la Asociación, la primera, y una de la Unión la segunda. En el programa pintaron un diagrama de flujos ganaderos que las remonta a Vázquez, Vistahermosa y casta Jijona... que eso acredita fehacientemente lo de la diversidad de encastes, pero como diría cualquier tertuliano de radio o TV: “el papel lo aguanta todo”.

 Aceptaremos con las reservas precisas esa hermosa ilusión santacolomeña, que tampoco la cosa es como para ir a desempolvar el viejo AREVA, y reseñemos que la edad de los seis galanes estuvo entre los tres de 11/12, uno de 12/12, uno de 03/13 y otro de 01/13. El cuarto, hierro de Pablo Mayoral, fue devuelto a los corrales por manifiesta falta de fuerzas y sustituido por un bonito ejemplar santacolomeño de Benjamín Gómez. La corrida, bien presentada, ha adolecido en general de cierta falta de fuerzas, especialmente el primero, apenas picado, aunque el recuerdo que prevalece de la misma no sea el de su debilidad, sino más bien el de las condiciones de los dos novillos lidiados en tercer y sexto lugar, Ranchero II, número 6, y Costurero, número 23, distintos en sus condiciones y perfectos para que un torero hubiese dado su dimensión ante ellos.

Para dar fin de los toros extremeños de don Pablo y doña Mercedes pusieron en los carteles los nombres de Andrés Jiménez “Gallo de Córdoba”, David de Miranda y Juan Carlos Carballo. De los tres, el primero venía a Madrid con ninguna corrida toreada el año pasado, mientras que los otros dos traían su bagaje novilleril, especialmente el onubense David de Miranda, a quien el año pasado vimos en Las Ventas y en una deliciosa tarde de septiembre en Morata de Tajuña, y que se ajustó en un total de 23 tardes por 13 de Carballo, que hoy hacía su primer paseillo en Las Ventas.

Imagino que Gallo de Córdoba venía a jugarse su permanencia en el toreo a la carta de este 10 de abril y, a tal fin, puso sobre la arena venteña a partes iguales sus ganas y su necesidad de un triunfo que, como suele ocurrir, no llegó. En ninguno de sus dos oponentes, el flojo y tontorrón primero y el sobrero de Benjamín Gómez, que tenía bastante más que torear, fue capaz de hilvanar argumentos de cierta solidez, como no sea el de su pundonor de permanecer en el ruedo con una cornada de 15 cm., pronóstico reservado, que le propinó su segundo y aguantar ahí hasta que dio fin de él.
David de Miranda venía a Madrid con cierto ambiente. Con un imponente vestido grana y oro salió a por su primero y fue desgranando su labor en la que apenas resaltó algún muletazo de cierto mando en trasteo largo que nunca llegó a tomar altura, cuya tendencia iba hacia el deprimente toreo por las afueras, despegado y sin mando que ahora se estila. Con el estoque tampoco es Rafael Ortega, por lo que digamos que mató y punto. A su segundo había que someterlo más y someterlo obligándole a bajar la cara, pero el toreo light éste de ahora que se basa en acompañar y en que el toro, por sí mismo, se encargue de rematar el muletazo, no entiende de esas complicaciones, por lo que la faena sufrió unos grandes altibajos, y tómese la parte alta del altibajo por cosa harto medianeja. En suma, lo que tuvimos fue un trasteo kilométrico y sin construcción de faena como tal, en el que de nuevo afloró el oficio que ya atesora el novillero en algún muletazo por aquí o algún otro por allá. En este segundo se perfiló por afuera y se quedó en la cara dejando una estocada trasera que fue explotada de manera vil por la cuadrilla a base de darle al toro más vueltas que un TioVivo hasta que consiguieron que el bicho se echase.

Juan Carlos Carballo, de Valencia de Alcántara, quiso que en su debut en Madrid le acompañasen todos sus amigos y partidarios, que se vinieron al foro animados por la oportunidad de poder ser testigos del triunfo de su paisano y amigo. Ésa es la parte buena del asunto. La parte mala es que los dos toros que le tocaron en suerte a Carballo, cada uno en su carácter, le brindaron la oportunidad de haber dejado en el endurecido corazoncito de la sufrida afición que no tiene el gusto de conocerle, una huella de su buen hacer. Su primero fue una máquina de embestir, franco y por derecho, sin plantear problemas de esos que tanto estorban a los que se ponen delante de los toros. Su segundo fue un toro con una vibrante embestida de largo, muy en santacoloma, que demandaba firmeza y mando a cambio de su precioso galope desde quince metros. El lote que le tocó en gracia le ofreció dos caras distintas con las que poder demostrar o bien su “arte” o bien su poder, y a cambio lo que quedó es la huella de un torero bullidor,  que no supo o no pudo estar a la altura que le demandaban sus oponentes. Reseñemos como algo óptimo que Jesús Carvajal, tercero de su cuadrilla, puso un par de banderillas al sexto de una sobriedad y un clasicismo totalmente desusados.

Don`t cry baby
 
Alguacil
 
Plaza
 
Muleta
 
Brindis
 
 Escalera al cielo

 Muleta

Muleta
 
Tendido
 
Tendido
 
Pareja
 
Merienda