lunes, 18 de abril de 2016

City City Bang Bang


 City City Bang Bang

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para el Real Madrid todos los sorteos conducen a Roma, que este año está en Milán, que siempre olerá a Carlos V, el de los Tercios.

    El único obstáculo para llegar a Milán no son los Alpes que Aníbal Barca (nada que ver con el Barca del suizo Hans-Max Gamper) cruzó con 37 elefantes cuyas bostas acaban de descubrir en el paso suizo esos buscadores de tesoros que ya hallaron zurutillos de lince en la carretera madrileña de los Pantanos. El único obstáculo para llegar a Milán es el Manchester City, y Robinho ya ha dicho que él piensa animar… al City.

    La venganza es un plato que se sirve frío, y al Real Madrid el bombo de Nyon (llevamos algunas temporadas en que lo más emocionante de la Champions son los sorteos) lo ha sentado a la mesa de Don Mendo con Pellegrini, el ingeniero valdanero, que querrá vengarse de su despido en el primer año del segundo florentinato; y con Agüero, que querrá vengarse de no haber fichado por el club del Bernabéu, cuyos piperos, narcisistas como los coristas moranteros, puestos en pie, aplaudieron contra Mourinho (en España sólo se aplaude contra alguien) a Silva, que también estará en la mesa y que también querrá vengarse de algo, que podría ser la dimisión del ministro Soria, por canario.
    
Aquel cruce Madrid-City es inolvidable por los dos goles del City que concedió Casillas, que encima no celebró el gol de la victoria de Cristiano en el descuento, cuando hasta los cojos saltan de sus sillas en los estadios, como venimos de ver en Liverpool, con ese video que pasará a la historia como el milagro de Anfield.

    –Alguien ha robado una imagen de la Virgen de Navalacruz, y la pena ha dejado lelo al portero del Madrid y de España –fue la explicación científica de la actitud de Casillas en aquel trance.
    
Don Mendo, pues, en la casa del Madrid y Don Mendo en la casa del Atlético, con Simeone y el Pep en un duelo de sastres que va a parecer la tienda de Cornejo durante el rodaje con Ava Gardner de “55 días en Pekín”.

    El Atlético querrá vengarse del gol del 74 de Schwarzenbeck a Pepe Reina en la final de Bruselas, un gol que señala a un lúser, lo mismo que el de Ramos en Lisboa, aquél que llevó al tontiloco de Piqué a romper un televisor en su hotel.

    –Yo soy de postres –decía ayer una flamenca en una caseta de feria en Sevilla.

    –Yo soy supersticiosa –contestó otra.

    El Atlético tiene la superstición del postre, que en el fútbol es el descuento. Tiene perdidas dos Copas de Europa (Bruselas y Lisboa) en el descuento. Si pretende vengar lo de Ramos, primero ha de vengar lo de Schwarzenbeck, aunque en la final de Milán, otra vez indios contra vikingos, todo apunta (no hay dos sin tres) a otra muerte de Simeone entre las flores, la flor de Ancelotti, que era una flor de cardo, y la flor de Zidane, que es la flor del desierto en cuya búsqueda, de Argel a Dakar, quemó su vida el Loco del Desierto, Théodore Monod, descubridor del Ojo del Sahara, la flor en el Ojo del Sahara, un cráter en espiral, un Chirino firmado en la arena, como la “María Isabel” de Los Payos. “No envié a mis hombres a luchar contra las flores”, podrá decir luego Simeone, felipesegundeando.

    –Ahora mismo no tengo huevos –dice el camarero a una italiana que, a mi lado, pide, para la resaca ferial, tortilla española.


“PANTALÓN PARTÍO”
    En el partido de cuartos en el Bernabéu se le rompió a Zidane el pantalón, pantalón “partío”, una pernera para la Champions, y la otra, para la Liga. “Lo hemos probado todo… meno el amor”, fue el mensaje postrero, y definitivo, de Monod. Bueno, pues ahí está el pantalón de Zizou, que tiene todos los números para convertirse en el Molowny del banquillo para el siglo veintiuno, un entrenador de jueguen y dejen jugar, peleando a pantalón “partío” por dos títulos que hace menos de un mes se daban por perdidos. De ganarlos, le habría quitado a Luis Enrique todo lo que Ancelotti le había dado. ¿No ha abierto Padilla la Puerta del Príncipe en Sevilla?