lunes, 5 de octubre de 2015

Sólo Queylor y Casemiro

 SEGUNDA PARTE

Robleño con Horquillero


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Fin de la Feria de Otoño en Las Ventas, y en el Manzanares, Queylor y Casemiro solos frente a la simeonada, que no se salió con la suya porque Queylor paró un penalti y un chutazo de Jackson Martínez, que es el Sammy Davis Jr. del cholismo.

    “Derbi táctico”, repetían los piperos en las calles de un domingo extraño, con bicicletas por la calzada (habitualmente van por las aceras) y una manifestación de galgos (el perro de moda en Madrid) en demanda, se supone, de liebres para el asfalto.

    El “tactismo” se planteaba como un encontronazo entre el “Martín Fierro” para “guapos” de Simeone y el “Juanito” (manual pedagógico que definía al buey como “animal útil al hombre por su fuerza, por su carne y por su leche”) de Benítez, que únicamente tuvo dos futbolistas a la altura del partido: Queylor Navas y Casemiro.

    Pasar de los toros al fútbol es un bajón estético, como saltar del mundo de “Kundun” de Scorsese a una lectura de estadísticas quinquenales en un primero de mayo de Breznev. No se olvide que don Santiago Bernabéu sólo se arrepintió de una cosa en su vida, y fue no haber ido más a los toros.

    Lo que pasa es que los toreros de ahora son más de fútbol que de toros. López Simón, triunfador (¡ay, Jesús!) de la Feria de Otoño, y Gonzalo Caballero, que el sábado tomó la alternativa en sustitución del corneado López Simón (y que en la misma tarde fue contratado para San Isidro a precio de figurín) son atléticos, y ayer no fueron a la plaza a ver los “adolfos” (gran corrida de Adolfo Martín) por estar en el estadio. Allá ellos.

    El último gran taurino del Madrid fue Juan Gómez Juanito, que, al revés que estos Caballero o Simón (o el mismísimo José Tomás), se hizo futbolista porque no pudo hacerse torero. Raúl capoteó vaquillas por amistad con Ponce, y Sergio Ramos es capaz de lidiarlos cinqueños por amistad con Alejandro Talavante.
    
En el derbi, Ramos regaló un penalti de torero acabado al Atleti, pero Queylor Navas (de momento, todo el sistema defensivo de Benítez es Queylor Navas, con el apoyo, ayer, de ese Mauro Silva con cara de niño de Ancelotti que es Casemiro) le salvó la Renovación.
    
El penalti provocó el segundo disgusto gordo del inglés del Plus, mezcla de Ian Gibson y Doña Croqueta: muy mal, muy mal Griezzman, lloró. El primero había sido el gol de Benzemá: muy mal, muy mal los centrales, gimoteó.
    
El cholismo es ya un “coñazo”, y ayer salió a asustar a Benítez (¡que se asustó!) con el Niño Torres, que tiene más años que el Niño de Leganés. Si Torres no le hacía gol a Casillas, ¿cómo se lo va a hacer a Keylor?

    Lo que pasa es que el “rafismo” (de Rafa, como llaman a Benítez los de la pomada) está sin Cristiano, sin Kroos y sin Ramos, con Isco jugando a la coxcojilla y barriendo lo que puede en la taberna de All Swearengen en Deadwood.
    
Cristiano anda con la maldición de Raúl (vamos a llamar así a su inevitable decadencia), que no quiere ver superadas sus marcas personales.

    Kroos parece la sombra del padre de Hamlet cruzando por el campo como si fuera por la terraza del castillo de Kromborg.

    Y Ramos está para los toros, aunque no sabemos en qué faceta laboral, si como subalterno o personal del servicio de plaza. Terry, a su lado, parece el Ratón Ayala.
    
Qué cortos se nos hicieron los toros, y duraron lo mismo.