Pablo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo que queda de este Doce de Octubre son las pellas que hizo Pablemos, el Ausente.
–No se puede querer ser presidente y no celebrar el día de España –corrió a chivarse Rivera, que se disputa con Errejón el título de Niño Prodigio de “Crónicas marcianas”, que no sé si sigue saliendo.
Hombre, Rivera es un ciudadano desocupado, porque es un abogado sin clientes (ahora, con las encuestas, tiene lambiscones, que son otra cosa), pero Pablemos es un doctor complutense en lucha sin tregua contra el movimiento del perihelio de Mercurio (el punto en que el planeta se halla más cerca del sol), único hecho empírico que pudo presentar Einstein para demostrar que su ley de la gravitación era mejor que la de Newton.
Pablemos es de Newton (aún no conoce el hallazgo feminista de que los “Principia” constituyen un manual de violación)… y de Julia Otero.
–Pero, si me preguntas, tengo más de Obama que de Putin.
O sea, un lúser que no da una y que se dobla en las encuestas como una vela de cera, con lo que su gente, la que Pdr Snchz tiene colocada en el Ayuntamiento de Madrid, ya ha puesto sus ojos en el Club de Campo, por si hubiera que comerse los caballos, porque la cabra con chapiri legionario, que es lo que les gustaría, goza del fervor popular (“no hace falta el orguyo de los palasio / de perlas, de esmeraldas y de topasio; / bajo una oliva / esta cabrita blanca parió su chiva”) y además se llama Pablo, como el apóstol, genio, al decir de Steiner, de la alegoría estratégica, cosa que sólo se les puede ocurrir a unos legionarios dándole a los chupitos de leche de pantera en la cantina del Tercio.
Hablando de Steiner (“Presencias reales”), la ausencia de Pablemos realza la presencia de Rivera, al que traen con un Ortega bajo el brazo, como trajeron a Aznar con un Azaña. El Ortega de Rivera es ese Proyecto Sugestivo de Nación que fascinara al primer falangismo. ¡Quinientos años de Nación en un folio de Rivera y Garicano!
No sabemos qué pensará Pablo.