martes, 25 de agosto de 2015

Bueno




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ayer, escuchando en la iglesia un concierto marinero de habaneras, al atacar el coro “Asturias, patria querida”, puesto todo el mundo en pie, un señorín levantó un puño de jugar a los chinos, como el de Villa, el sindicalista millonario, en Rodiezmo.
    
¡Es que es de izquierdas de toda la vida de Dios! –me dice mi vecino de asiento.

    Y hoy he tenido el privilegio (merecedor de una paliza, como la que propinó a Cellini su padre cuando vio una salamandra en el fuego, para que así no lo olvidara) de acompañar a Hughes, que venía del fútbol (Benítez, pivotes, Abelardo, guajes), a entrevistar a Gustavo Bueno.
    
Una vez me llevaron a un sitio de conferencias con Valdano, que decía que la filosofía del Madrid era 4-2-3-1.
    
Bueno vive en una Asturias como de Gil Parrondo, por el camino que llaman de Carlos V y el “Tlaxcala”, un bar que es peña sportinguista, donde acostumbra jugar a los naipes Rubalcaba, el químico.

    En el “Tlaxcala” se le va uno la imaginación a Bernal Díaz del Castillo (no recuerdo haber gozado más una escritura), y se oye que por aquí hay muchos mexicanos con casa, como la de un muy buen amigo de Slim.

    –Desengáñate, Gustavo: todo es química –dijo una vez a Bueno un famoso biólogo que debía ser el mismo al que un célebre artista que en otra ocasión discutía con él espetó: “¡Es usted el sabio más tonto que he conocido!”

    Y se nos ha ido la mañana en un milagro de sol, libros, mar, manzanos y filosofía, con Bueno (“Gustavo Bueno, la vuelta a la caverna” es el documental de Héctor Muniente anunciado para septiembre en el Infanta Isabel de Madrid) hablando de Wittgenstein y franquismo, de Ratzinger y escolástica (“el argentino es otra cosa, pero claro, ellos sabrán”), de la tía Ángeles y Cataluña, de Helénides de Salamina y Platón, de Espinosa (que era de Burgos) y de un capitán suyo en la mili, “que era de Burgos”, y quiso zanjar una discusión militar con una inapelable declaración de bautismo:

    –¡Yo tengo la fe de Abraham!