Francisco Javier Gómez Izquierdo
Durante estos dos últimos años he subido a Burgos con frecuencia, a mi pesar, y en ocasiones torturado por malos pensamientos. Carlos no había tirado la toalla, a pesar de ser intervenido por tercera vez y en el viaje desde Salamanca sólo se quejó de lo que esperaba de nuevo, “quimio, radio, joer...” Hace dos años, Carlos llevaba más de tres regateando a esa peste selectiva obsesionada en acabar con lo mejor de cada casa y a poco de empezar la temporada 2011/12 nos enteramos de que al entrenador de su Barça también le había tocado, como si todo se simplificara en una jota a San Roque.
En los salteados días de los últimos meses,Carlos y yo no hablamos de la enfermedad, ni de política. Él, el más respetuoso y educado de los anarquistas, el patriarca payo sin descendencia al que todo Gamonal estimaba. Hablábamos de morcilla, de atún, de cordero y de fútbol. De Vilanova, y desde una solidaridad natural que seguramente salía de pertenecer a una tribu maldita a la que nunca mentábamos, hablamos mucho y lo llevábamos con nuestra particular interpretación de la historia del fútbol, a relacionarlo con Villena, Viñals, Limperger.... y en el arca del pasillo de casa buscaba donbalones mal clasificados confundiendo los años de cuando el Figueras fue grande.
-Cuando el Burgos era Real Burgos, principios de los 90, D’Alessandro se revalorizó mucho de entrenador en un Figueras que a punto estuvo de ascender a 1ª y que fichaba americanos, una extravagancia que resultó acertadísima, y llegó a ser tan querido el equipo como hoy lo es el Mirandés. Empezaba el portero Toni Jiménez y el mejor del equipo era Tab Ramos, yanqui de Uruguay que jugaba en el centro del campo con Vilanova, flamante fichaje procedente de la Masía... y con Vermes, yanqui de Nueva Jersey. En un periódico de Córdoba se decía que a Vilanova lo había fichado el Real Burgos de Novoa y me pareció bien, pero luego resultó ser Villena, que era defensa y ya no me pareció tan bien. Vilanova pasó al Celta y Chechu Rojo -supongo- se fijó en Limperger, un defensa húngaro del Burgos que angustiaba El Plantío cada vez que sacaba el balón del área. Al final la técnica y frialdad de Limperger no convencieron a Rojo, pero Vilanova, imagino que ya con vocación de técnico, lo tuvo y puede que aún esté en las secciones inferiores del Barça. Así se explica esa obsesión azulgrana por salir jugando de atrás. Después anduvo en el Badajoz, el Mallorca, Lérida.... en el Elche, acudiendo a la llamada otra vez de D’Alessandro, quien mejor lo entendió.
El último verano, un aficionado del Figueras, tan nostálgico como nosotros, contó al periodismo que el Tito y el Tata habían coincidido en un partido de verano entre Newll’s y Figueras. Preguntados ambos, ni el Tata recordó a Tito ni Tito al Tata. Convinimos que aquel modo de entender el fútbol ya no interesa a nadie y que lo importante era que Tito no desfalleciera. Y entonces Tito dijo que se iba a buscar salud a América y Carlos calló y lo dijo todo.
No quise poner nada en Salmonetes... sobre Iglesias, el capitán salmantino, o del zurdo Benitez que tan guadianesco era en el Betis, por si Carlos se asomaba y se entristecía aún más, pero cuando a últimos de enero, sin darnos cuenta, ¿o sí?, seguimos hablando de Tito Vilanova en pasado, y de que dónde estaba el Extra nº1 de Don Balón, firmado por Cruyff, Del Bosque, Pirri, Diarte (ay, Diarte).... Carlos me preguntó si Tito salía a la calle.
No supe responderle.