Juan Lanzas
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Los joveznos, en general, tienden a Nietzsche, el filósofo de la fuerza, pero la crisis les priva hoy de la alimentación que se necesita para seguirle.
Como sucedáneo, esta juventud elige a Schopenhauer, el filósofo de la compasión, que él redujo a su perro de lanas, pues detestaba al género humano.
La compasión bien entendida, que es la cristiana, trasciende el simple sentimentalismo, pero el sentimentalismo simple es alemán, como Schopenhauer, y el jovezno, que es muy simple, prefiere una compasión alemana.
Para Schopenhauer, el sufrimiento aumenta con todo aumento del saber, y el españolín parece decidido a no saber nada.
–Para no sufrir.
El otro día di con un veinteañero que sostenía en una mesa que al maquinista de Santiago no puede imputársele responsabilidad en el accidente, primero, porque no iba bebido, y luego, por lo escaso de la paga.
–¿Y si fuera piloto de Iberia?
–¡Ah! Eso es otra cosa.
El veinteañero estudia oposiciones para abogado del Estado.
Un canario treintañero me afea “tu centralismo madrileño” y, como chinchándome, se compadece de Cataluña, que paga más impuestos que Andalucía.
–Pero eso es como si Amancio Ortega se quejara de que ha de pagar más impuestos que su chófer.
El canario, que vive de la renta de un decomiso que le dejó su padre, me dice entonces que él no ve más solución que la republicana (?), sin importarle la contradicción que supone el principio hereditario en las cosas de comer: ver natural que un hombre deje sus propiedades a sus hijos, aceptando el principio en lo referente al poder económico, y, al mismo tiempo, rechazarlo en lo referente al poder político.
No la toques ya más, que así es la rosa.
Del frondoso rosal español, mi rosa preferida es ya la del socialismo berlanguiano de Juan Lanzas, que diseñó un falso Ere (titular de ABC que vale por toda la controversia Castro-Albornoz sobre España) “para la familia dueña del coto donde cazaba”.