Abc
Dice Gistau que en la calle, entre Rajoy y Bárcenas, la tentación de la gente es soltar a Barrabás, o sea, al mayordomo: lo normal en un mundo en que uno ya ni se acuerda de la última vez que, al pagar, le dieron bien el cambio.
La hegemonía cultural fomenta en los medios la idea (con todas sus desinencias) de que la derecha son los ricos y está muy feo que roben, mientras que la izquierda son los pobres y, si roban, ¿qué otra cosa les dejan hacer los ricos?
De aquí la simpatía mediática por el calcetín suizo de Bárcenas, la mandelización política de Otegui o el racaneo fiscal de Messi, que, como modelo para la infancia, lo trucaron en Las Vegas abrazado a la teta gigante de “El dormilón” de Woody Allen, convirtiéndolo, así, en el “icono emblemático” de la verdadera Gota de Leche, ahora que incluso para el periódico global los fetos de siete semanas vuelven a ser personas (bajitas, pero personas, como los viera Gila), con lo que eso significa.
Significa, de entrada, que abortar ya no será como ponerse tetas, según el funcional punto de vista de la ministra zapatera Bibiana Aído, la del puñito en alto en las “raves” sindicales de Rodiezmo, donde el hermano de Juan Guerra, el mismo que asesoró en el debate del jueves a Rubalcaba, contaba chistes de Arévalo y llamaba “mariposón” a Rajoy para “descojone” de Zapatero, que ponía cara de frailecillo islandés metiendo los pies en una tina de agua templada.
–Abortar es como ponerse tetas –dijo aquella mujer absurda como un zapato impar, incapaz de ponerse en el lugar, tal que el falso Messi en Las Vegas, de unas pomas eréctiles, pero temblorosas como si fueran de mercurio.
¡Las pomas de los poetas!
Durante la juerga zapateril conocí a un tipo que contrató a un asesor fiscal que le ahorrara impuestos con el único objeto de destinar la ganancia a la contemplación, cada noche, de esas pomas silvestres en los jardincillos de Venus que jalonan la carretera de La Coruña.
Qué tiempos.