Silver dollar
José Ramón Márquez
Cody es el pueblo que recibió su nombre de Buffalo Bill, Bill Cody, y dicen que es es la capital mundial del rodeo. Es un pueblo del oeste, eso quiere decir una calle con negocios a ambos lados. Luego tiene otras cosas que se salen de lo que uno espera del oeste, pero la primera impresión es la que cuenta. En Cody está el Silver Dollar, que es un bar del oeste. Entrando a la izquierda hay unos cuántos jugando al póker, con sus sombreros Stetson, en la barra una mezcla de moteros y vaqueros dándole al trago, al fondo unos cuantos más en las tres mesas de billar, fuera una chica canta The Load acompañada de una guitarra.
El ambiente nocturno de Cody es mucho más de lo que se espera en un lugar que está por lo menos a quinientos kilómetros de cualquier sitio.
Por la mañana, desde ahí salimos en dirección a Yellowstone por una carretera que sigue el curso del río Shoshone. Parece increíble que la antesala del esplendor de Yellowstone sea un puro desierto.
Desde 1872 se declaró, con todo motivo, a Yellowstone como Parque Nacional. En aquel remoto tiempo ya se dieron cuenta de lo especial que este lugar era. Llama la atención al llegar la cantidad de árboles quemados, restos del incendio de 1988 que se llevó por delante casi el 40% del arbolado, pero la naturaleza se abre paso y nuevos árboles nacen sin intervención de la mano del hombre, para sustituir a los abrasados.
A uno siempre le han interesado, en general, mucho más las obras debidas a la mano del hombre, desde el Pórtico de la Gloria a la tortilla de patata, que las de la naturaleza. En este Yellowstone, sin embargo, es tan descomunal la fuerza de los elementos, desde los antiguos cataclismos que modelaron la geografía hasta la cotidiana acción de las aguas, del hielo y de las nieves, que el paisaje se contempla sobrecogido; y el paisaje es tan variado de unos lugares a otros, y tan bello, que no hay manera de hallar un respiro entre cada cosa que va apareciendo ante los ojos.
Entre tantas cosas, Yellowstone tiene sus animales, desde hormigas hasta osos y sobre todo bisontes, que estuvieron a punto de desaparecer, pero que en la actualidad están muy recuperados, y lobos, que fueron erradicados y los volvieron a introducir. La imagen que de los animales, tan buenos, tan cariñosos, tan suaves, porta la mayoría de los visitantes choca plenamente con la realidad del comportamiento de esos bichos, que en nada se parece al prejuicio Disney con el que la gente se aproxima a ellos. Por ello, el Servicio de Parques y Jardines avisa por activa y por pasiva de que la gente no debe aproximarse a bisontes, ni a venados ni mucho menos a osos o a lobos, que no trate de tocarlos y que no les alimente. A la caída de la tarde, una horda rodea a un venado que está paciendo, y la empleada del Servicio de Parques no da abasto a conminar a los turistas a que no se acerquen.
Pero ¿cómo no se van a acercar ellos a pedirle un autógrafo al padre de Bambi ahora que le tienen a tiro?
Beer
Afueras de Cody
Bisonte
(¿Atarnasio o lisarnasio?)
El que avisa...
...no es traidor
Gente de Yellowstone
Rodeando al papá de Bmbi