viernes, 23 de agosto de 2013

A vueltas con el Gran Cañón


José Ramón Márquez

Desde Flagstaff se parte hacia la entrada sur del Gran Cañón del Colorado. A todos los efectos gringos el Gran (Grand) Cañón (Canyon) es obra e invento de sus paisanos del siglo XIX. Es el clásico ninguneo del papel de Castilla que se suele practicar en estos lares, puesto que el gringo aprecia por distinguido a lo francés -French Quarter llaman en Nueva Orleans al barrio que allí se hizo en tiempos de Carlos III-, o por familiar a lo que viene de la Gran Bretaña; pero lo español les suena demasiado a meridional y no se enorgullecen mucho de ello. Si por aquí anduvieron los que desde la Nueva España andaban empeñados en descubrir las míticas siete ciudades de oro; si por aquí anduvo el Adelantado Don Juan de Oñate, que hasta dejó un graffitti que atestigua su paso, algo desviado en el tiro, ‘a la descubierta del Mar del Sur el día 16 de Abril de 1605’, eso no es nada en comparación del mérito de John Strong Newberry, o del ex Mayor John Wesley Powell, explorador manco, que para ellos fue quien puso el lugar en los mapas y quien, la verdad sea dicha, dio una definición bastante acertada del río Colorado del que dijo que ‘su agua es demasiado espesa como para beberla y demasiado poco espesa como para ararla’.

El Gran Cañón es otro de esos lugares que el cine ha colocado en la imaginación. Sin ir más lejos había una película de Lawrence Kasdam, de la que sólo recuerdo que al final llegaban al cañón, que ya era un alivio que llegasen porque se acababa ahí la película, pero la verdad es que la cosa es tal cual pasaba en aquella película,  que dejas el auto en el aparcamiento, das unos pasos y ahí mismo, a tus pies, se encuentra ya el imponente abismo.

Y visto el lado sur, que es lo que todo el mundo ve, partimos hacia el norte, que es lo que menos gente ve. En línea recta son unos treinta kilómetros, pero esa línea sólo es practicable si vas andando o en mula, que es lo que soporta el puente que hay al fondo de la sima. En auto son unos cuantos kilómetros más en los que se recorren Bosques Nacionales, desierto y paisaje alpino y, hoy además, unas fortísimas lluvias que forman torrenteras imponentes y que van ocupando y llenando los cauces secos, creándose una corriente violenta de color de chocolate.

Además, como viene siendo habitual, los bichos salen por todas partes: bisontes, venados, corzos… y hasta lobos se ven en este Arca de Noé. Ni que decir tiene que la afición de los autóctonos por aproximarse a los animales es casi enfermiza, tanto con los grandes como con los pequeños. De pronto, en la carretera, hay un grupo de autos parados y la gente corre… a acercarse y a retratar a un venado de tremenda cuerna que está paciendo. Un hombre tiende la mano hacia una ardilla con unos trocitos de galleta, la ardilla se acerca sigilosa y… le arrea un artero bocado al dedo del confiado benefactor. Pero ni por ésas aprenden.

 Los viejos moteles

 Cruce

 Don Juan de Oñate

 El pionero

 Gran Cañón Humano

 Gran Cañón Geológico

 Chinoiserie

 El aguacero

 La riada

Country Road