miércoles, 24 de septiembre de 2025

Una de atún


Manolo Calvo


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Ayer fue mi cumpleaños, pero no lo pude decir porque era el Día Europeo de la Protección de Datos, y hoy, en vez de hablar de mí, voy a hablar de Güemes, que debe de ser el único tío hecho y derecho, como decían las abuelas, que hay en el partido de la gaviota rediseñada por Arroyo y que parecía un B-52, pero que ha resultado ser un AWACS. Entre los viejos peperos, de duro iba Gallardón, que se ha quedado en Coyote eternamente frustrado por el Correcaminos. Y entre los jóvenes, Cospedal también se las echaba de dura, pero sólo es ese cierto aire a Manolo Calvo con peluca que le sacan los fotógrafos. Duro duro, únicamente es Güemes, que resiste a los bolingas del amanecer que le envían las fuerzas del progreso. Güemes tiene estudiados a los progres como Lévi-Strauss a los indios bella bella, y en la Asamblea de Madrid se burla del “progresí”, lenguaje propio de esa ogresa de robustas mamas que es la dictadura progresista. Esto tiene escandalizado al jefe del Nuevo Socialismo, Gómez, un devorador de atún que confiesa no haber visto a un consejero “ni más soberbio ni más maleducado” que Güemes, y le exige que pida perdón a la prensa de progreso, por hereje. ¡Gómez devorando atún! En Rota, “un juguete de economía autárquica”, que decía Pemán, estuvieron las famosas almadrabas del duque de Medinaceli, adonde iban los pelandrinos de toda la región “por atún y a ver al duque”. Pero Gómez es de Parla, y no encontramos explicación a su ictiofagia. En cuanto a lo del perdón, quizás Gómez quiera preguntar a Güemes: “¿Estáis atrito o contrito?” Es decir: “¿Tenéis el corazón ‘triturado’ por la contrición o ‘roto’ por la atrición?” Contrición, en ese mundillo, será el arrepentimiento por el amor a Zapatero, y atrición, el arrepentimiento por el miedo al infierno, o paro. Puede que se haya cortado el pelo, pero yo no veo a Güemes contrito y comulgando con esas ruedas de molino con las que se atraganta Gómez. Tampoco lo veo muy atrito: el infierno progre es el paro, que es a donde van todos los españoles malos mientras los coros de liberados alaban al Altísimo, que es Zapatero, y cantan “Corre, corre”, de Leño, porque otra cosa no serán, pero cultos, un huevo.