jueves, 27 de marzo de 2025

Moratinos


Barceló

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Para que en la grande polvareda no se nos pierda don Beltrane, digamos que Moratinos es el representante del gobierno gamberro de España en el mundo, y ahora no me pregunten ustedes dónde está el mundo, que, precisamente si me lo preguntan, no lo sé.


El título de gobierno gamberro lo dan los gobiernos amigos del gobierno, y todos ellos son gamberros, comenzando por el de Venezuela, cuyo caudillo étnico acaba de amenazar con sacar los tanques, si perdiera las elecciones. “Una nueva democracia es posible”, gritó un día Almodóvar en alusión a ese caudillo étnico, y Almodóvar, aunque políticamente sea la apoteosis de una calabaza, lidera el pensamiento gubernamental de España, un país que aporta a la globalización el liderazgo en la producción de desempleo y el liderazgo en el consumo de farlopa.


¿Eso es todo?


Faltaba el arte.


En España se entiende el arte como en ningún país del mundo –dijo famosamente Tita Cervera, con esa facilidad con que acostumbra expresarse el pueblo.


Arzallus, que lo oyó, y que tenía reciente lo del “Guernica”, soltó lo que Ullán llamó “el chupinazo plástico”: 


Eskadi se lleva las bombas, y para Madrid, el arte.


Mas la que llevaba razón era Tita: en España se entiende el arte como en ningún país del mundo. Y ahí está la morterada que se lleva Barceló por pintar la mona en los techos de la Onu.


Barceló tiene algo de cenizo: hizo el cartel taurino de Sevilla y, con siete suspensiones por lluvia, se cargó las ferias de Abril y San Miguel.


Barceló es autodidacto: ilustró la “Divina Comedia” para el Círculo de Lectores sin haber leído un solo terceto de Dante, lo que le granjeó aún más prestigio entre los progres.


Porque Barceló es, lo primero, un artista de progreso: no necesita leer, y nunca lo ha hecho, para “torcer” políticamente por Zapatero, quien lo ha recompensado con un techo en la Onu por una millonada extraída de la ayuda a África, el continente de los sin-techo. Cuando los socialistas toledanos abonaron la factura del tabarrón de la esposa de Víctor Manuel con la hucha destinada al 0,7 lo justificaron con la imagen: una imagen, venían a decir, vale más que mil bollos de pan. Que es lo que, preguntado por los frescos o frescales del contestatario Barceló (¡ah, los sueños africanos de Barceló!), ha dicho Moratinos:


El arte no tiene precio.