lunes, 20 de febrero de 2023

Volver a Majaelrayo




 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Con el Mundialito de Marruecos, ese país entre Hollywood y la Biblia al parecer de Patton, el Madrid recupera el espíritu de Majaelrayo, con aquel abuelo del anuncio, lleno de promesas y de fe, tal que el setentón que en Marrakech confió a Foxá su promesa religiosa de no salir sino muerto de su casa en ruinas (“ella, con su humedad, me pega el reúma; pero yo la he transmitido mi ruina”).


    Con “Volver a Región” el ingeniero Benet arruinó a una generación de novelistas imitadores, y con “Volver a Majaelrayo” arruina el Madrid el copete culé de la Copa Rubiales en Arabia.


    –Y el Madrid ¿qué? Otra vez campeón del Mundo, ¿no? –sería hoy la pregunta retórica de Jesús García, el abuelo de Majaelrayo.


    La Copa Rubiales de Arabia da para estamparse en la camiseta la pegatina de Don Rubiales, que tiene algo de industrial de los desguaces, mientras que el Mundialito de Marruecos te concede el deseo de estamparte en la camiseta el trofeo de Campeón del Mundo entregado por un Don Infantino en zapatillas blancas, disfrazado de Emilio Aragón para quitarse años ya que no puede ponerse pelo.


    El Mundialito de Marruecos, con Vinicius de estrella de la competición, ha mostrado al mundo que el único país donde hoy no se puede jugar al fútbol es España, cuyo listón cultural más elevado es el obscenario de los Goya, espíritu, que es el espíritu de nuestro Régimen político, que anticipó Dostoyevski en “Los demonios”, donde el narrador describe una irritación general, algo implacablemente maligno, como si todos estuviesen hartos de todo: “Reinaba, en fin, un cinismo incoherente y general, diríase un cinismo forzado”:


    –De qué a qué fue nuestra transición es cosa que no sé ni pienso que nadie sepa. Las gentes más ruines adquirieron de súbito ascendiente entre nosotros y se pusieron a criticar a voz en cuello todo lo más sagrado, cuando antes no osaban decir esta boca es mía; en tanto que las personas principales se aprestaron de pronto a escucharlos, y callaban.

 
    A Vinicius en el extranjero lo veneran, pero en España los hinchas le gritan “mono” con la mayor impunidad; los defensas le pegan con la mayor impunidad; los árbitros se inhiben con la mayor impunidad; y los medios lo escrachean con la mayor impunidad. Como sociedad representamos lo que Steiner llamó “el fascismo de la vulgaridad”, que va de la cabra de Polvorosa a la gala de los Goya pasando por la Liga de Tebas, de la cual la Premier se ha comido hasta los rodapiés. La telebasura ameniza el espectáculo con lo mejor del periodismo de investigación: Vinicius provocó en Mallorca a sus marcadores diciéndoles que cuando se retiren tendrán que buscarse un trabajo en algo porque tendrán menos dinero que él, es decir, que Vinicius, a base de subordinadas que no están al alcance ni de su español ni del entendimiento de sus contrarios, tiene abierta una gestoría fiscal en la banda izquierda, donde, entre regate y regate, echa las cuentas de sus pensiones a Maffeo y Raíllo, como un Saza cualquiera que vendiera porteros automáticos. Ésta es la base mediática del “Vinicius provoca”, que abreva en la escuela periodística del “Ortega vuelve a la cárcel” de “Egin”. A los judíos, decía Camba, los expulsaban de los países y los países se quitaban el mal rollo acusándolos de “pueblo errante”. Sabido es que la prensa es la rama del Poder encargada de hacer que todo parezca un accidente, pero el daño que el pranato mediático hace a la imagen exterior de España con estas anécdotas es incalculable. ¿Por qué a Vinicius y no a otros? Porque así lo determinan las leyes de la caza de los humanos… y de los dingos. Vinicius fue recibido en España con un mordisco en la cabeza por el capitán del equipo de Ana Frank, según Petón, basándose (¡aquí te quiero ver, Hannah Arendt!) en una línea de la escritura de la niña (“Realizar una cosa fácil no demanda ningún esfuerzo”) que a juicio del historiador resumiría la historia atlética. Y todo este desparrame lo bendicen los obispones de las letras, que en la barbería, con limpia de color, dictan cómo debe soportar Vinicius las ignominias (se sigue investigando lo del muñeco kukusklanesco, dejen trabajar a la Autoridad) y hasta cómo debe celebrar Vinicius sus goles. ¿Por qué los contrarios la toman con Vinicius y no con Rudiger, siendo del mismo color? ¿Por qué los alemanes la tomaron con Ana Frank y no con Irma Greese, siendo alemanas las dos? ¿Por qué Goicoechea pegó a Maradona en vez de al Torito Zuviría, siendo los dos argentinos?


    España es para los “futbolistas diferentes” la pesadilla que el cantante Marilyn (Peter Robinson) relata en el documental “Blitzed”, de B. Ashley y M. Donald, sobre la mítica discoteca londinense de la Movida, que se veía atacado por hordas de campesinos con horcas.




A CONTRATIEMPO


    A la vista de lo que la España Oficial ha hecho con Vinicius, si acatamos la ley de Murphy (“Si algo puede salir mal, saldrá mal”), a Endrick habría que hacerle llegar el “A contratiempo” de Agustín García Calvo a las carabelas de Colón: “Carabelas de Colón, / Todavía estáis a tiempo: / Antes que el día os coja, / Virad en redondo presto / Presto. […] ¡A orza, a orza, palomas! / Huid a vela y a remo: / El mundo que vais a hacer, / Más os valiera no verlo, / Verlo.” Etcétera. Pero la Autoridad sigue investigando.

 

 [Lunes, 13 de Febrero]