martes, 14 de febrero de 2023

"He hecho todo lo que estaba prohibido"


Foto: Katrin Sánchez


LILIANA ROMERO

HIJA DE ESPÍA RUSA

Alfredo Valenzuela
Abc de Sevilla

Hija de la espía rusa que inspiró a Ian Fleming la novia de 007, amiga de Vázquez Figueroa, Elio Berhanyer y J.J.Benítez, vicepresidenta del Ateneo de Sanlúcar de Barrameda, fue modelo, intérprete, reportera y guía de turismo.

—¿Una espía puede ser una buena madre?

La mejor. Madre se es o no se es. Es un rol que se compagina perfectamente.

—¿Su madre no temió nunca acabar como Mata-Hari?

Ya lo creo. Tres veces intentaron matarla. Una de ellas tirándola por la borda en el Cabo de Hornos. Los nazis mandaron a dos agentes para matarla, pero los ingleses la avisaron y, en el último momento, no subió al barco.

—¿007 se inspiró en un hombre de carne y hueso?

Era el mismo Ian Fleming, que estuvo en el Servicio Secreto y fue el que reclutó a mi madre, que había empezado con el Príncipe Borghese y luego se pasó al contraespionaje.

—¿El fin de la Guerra Fría dejó a mucha gente en paro?

A montones. Pero no fue un cerrojazo porque la Guerra Fría continúa hoy. Rusos y americanos se siguen disputando la Antártida. La Guerra Fría no acabará nunca, siempre habrá espionaje.

—¿De dónde procedía su madre?

De la aristocracia rusa, por eso huyó. En Berlín estudió Medicina, que no acabó, y trabajó como actriz desde los 17 años, e hizo películas como «El hijo de Napoleón». Luego pasó a París y montó un estudio de fotografía y retrató a gente como Josephine Baker.

—¿Qué tenía su padre para conquistar a una mujer como su madre?

Sevillano y marino mercante. Se conocieron en Cannes. Ella le pidió fuego por la calle, eran las seis de la tarde y a las once la acompañó a casa y le pidió matrimonio, fueron seis horas de noviazgo. En Sevilla fue un escándalo, y a mi madre la llamaban «la rusa».

—Hija de espía y con apellido ruso, ha pasado muchos años en EEUU. ¿Cómo le acogieron allí?

Estuve fichada sólo por ser hija de mi madre. Cuando mi marido, oficial americano, pidió permiso para casarse conmigo, le dijeron que estaba loco y le advirtieron que nunca ascendería.

—¿Llevó bien la vida castrense?

Sí. Me ayudó mi educación en las Esclavas Concepcionistas de Sevilla.

—¿Qué es lo mejor de los americanos?

Su nobleza. Son como niños chicos y tienen buen corazón. Es un pueblo sentimental, y el norteamericano es el mejor amante. No considera que todo sea sexo, es romántico y generoso.

—¿Por qué no escribe sus memorias?

Lo estoy haciendo, con el título «Puerto Elena», y cuento la historia de tres mujeres, mi abuela en Rusia, mi madre en Europa y yo en América y España. Será dinamita (Risas). He hecho todo lo que estaba prohibido sin que fuese peligroso ni hacer daño a nadie. Hace dos años, recorrí las dunas del Sáhara mientras un guía bereber me preguntaba si estaba loca

—¿Ha escrito más cosas?

En revistas y para ABC de Sevilla cuando tenía 30 años y el director Joaquín López Lozano me mandó de corresponsal a EEUU. Allí escribí relatos y entrevistas. Con el carné de colaboradora de ABC entré en la Casa Blanca y no vi a Clinton porque estaría por allí dentro acostándose con alguien… (Risas)

—¿De ahí su amistad con J. J.Benítez?

No, eso es que me fui a su casa de Zahara a llevarle un artículo.

—¿También cree en los ovnis?

Si los he visto encima del techo de mi casa ¡Como para no creer!

—¿Cuánto tiempo sostuvo su programa de televisión?

«Misterios del más allá», en la televisión local de Sanlúcar, duró cuatro años. En Punto Radio en Cádiz hice «Misterios del más acá» un año, y ahora estoy preparando para la televisión local de Chipiona «Misterios pata negra». En esos programas he hablado desde tiburones a médicos nazis que se refugiaron en Chipiona.

—Pero bruja no es, ¿no?

No, pero tengo una miajita de don. Creo que es porque bajo esta casa hay energía telúrica.

—¿Eso no es fantasía?

No, es que he tenido experiencias superiores a la fantasía. Ríete tú de las películas.

—¿Qué le aportó su trabajo como guía turística?

Siempre he tenido el vicio de viajar, y como no tenía dinero, me metí a guía, que te pagaban por viajar. He llevado a gente a Rusia y a Marruecos, y se conocen culturas viajando.

—¿Qué es lo mejor de hacerse viejo?

La sabiduría y la experiencia. Cuando tienes 18 años te gustan guapos y ricos; con 30 te interesa que sean amables y se interesen por la familia, y a mi edad el hombre ideal es el compañero que todavía disfruta del sexo, un compinche.

—¿A su edad?

Claro, con setenta el sexo es mejor que con veinte, se saben más cosas y se disfruta más, sin prisas.

—¿Está preparada para ser abuela?

Yo sí, pero mis hijos no. Los tres dicen que no traen niños al mundo tal y como está.

—¿Por qué su casa se llama «Villa menguante», por modestia?

El nombre lo puso mi padre, que era un enamorado del firmamento.
 
 
[Publicado el 8 de Septiembre de 2010]