lunes, 28 de marzo de 2022

Pegar o no pegar a Vini

 



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Xavi, el nuevo Lobanovski, y Pedri, el nuevo Pelé blanco, más Dembelé, que parece jugar con el artículo del “Sport” que le llamaba “fichaje más ruinoso de la historia del club” (del club que es más que un club) en el bolsillo, juntos en el Paseo de la Castellana, suena, mediáticamente, a inauguración del Nuevo Bernabéu, que pocas veces va a ver reunidos en ese “céspet” semejante conjunción de astros.


    Pero el fútbol real es otra cosa.


    ¿Todavía puede perder la Liga?, preguntaron a Ancelotti al final del partido en Mallorca. Y se le escaparon todos los gatos que lleva guardados en la barriga: “Una vez perdí una final de Champions que ganaba 0-3 en el descanso. No me volverá a ocurrir”.


    Sobre ese episodio habla el central Alessandro Nesta en las memorias de Ancelotti. Dice que para un jugador grande ganar (¡ganar: no la posesión!) lo es todo, y que al entrenador se le presta atención siempre y cuando te ayude  ganar. ¿Quién tuvo la culpa de aquel desastre ante el Liverpool? Según Nesta, los jugadores, pues “habíamos jugado la mejor primera parte de nuestra vida, y luego dejamos que el Liverpool jugara diez minutos, sólo diez minutos de ciento veinte, y nos costó el partido”.


    –No me eligió para chutar un penalti. En Manchester, contra la Juventus, yo lancé uno y lo marqué. Carlo no me eligió en Estambul y ésa fue su única equivocación conmigo en los ocho años que trabajamos juntos. No está mal ¿verdad?


    No está mal. Mal, en realidad, estuvo Ancelotti en Mallorca cuando declaró que había sido un partido normal, porque ese falso “fair play” sólo sirve para que los frescos le llamen a él “caballero”, y a Vinicius, el futbolista que más patadas se lleva en la Liga, “llorón”, y los más cursis, “gemebundo”.


    En Barcelona un energúmeno le gritó “macaco” a Vinicius, Vinicius lo señaló con el dedo, y en la TV los televisoros habituales afearon, no el grito del energúmeno, sino el dedazo de Vinicius.
    

En Mallorca, un defensor guardiolo (anduvo en el City) de San Juan Despí le hizo un Fernández a Vinicius, que pudo haber salido como Amancio de Granada, y en TV los telvisoros habituales dijeron que, “considerando los frames” (¡los frames de Maffeo!, para los comentaristas sacamuelas, porque ¿y la intención?) no era ni falta. 

Quejóse Vinicius a Sánchez Martínez, quien, como un televisoro más, no vio ni falta, y la parte energuménica del público le cantó al jugador el “only you” de los imbéciles, sin escándalo de nadie: Sánchez Martínez, incompetente como un zapato impar, ni siquiera lo anotó en el acta.


    Lo importante no es la tacada de Maffeo en la rodilla de Vinicius, sino la queja de Vinicius ante la dejación arbitral. “Mal hecho –adoctrina un viejo lobo de mar–. Los defensas pegan, los delanteros juegan. El delantero sólo tiene dos muletas, su habilidad y el árbitro, y sea cual sea la que le falle, no le queda otra que resignarse.

 Vinicius ha perdido un par de meses en explorar ese conflicto y ahora parece en vías de resignación”. Como declaración de principios no está mal, sólo que nos encontramos, otra vez, ante los principios de Groucho, si comparamos la catequesis a Vinicius con la catequesis a Ujfalusi cuando en 2010 le hizo un Maffeo… ¡a Messi!, quien, por cierto, a la edad de Vinicius llevaba peores números que Vinicius, si los números sirvieran para algo, que en el caso de Cristiano, el más grande goleador de la historia del fútbol, ya hemos visto que no. En la tacada de Ujfalusi el frame revelaba el daño que pudo hacerle a Messi y todo fueron felicitaciones a Borbalán por la roja a Ujfalusi.


    El refranejo (“Refranes que dizen las vijas tras el fuego”, escribió el marqués de Santillana) según el cual “los defensas pegan, los delanteros juegan” es la versión futbolera del taurino “los de los cojones a mandar y los del arte a acompañar”, que era la norma para montar los carteles en la tauromaquia hoy muerta.


    La bizarría hispánica escribió su más famoso capítulo futbolero en septiembre del 83, con la patada de Goicoechea a Maradona en Barcelona. “Disputa de balón”, lo definió el defensa, que de “la anécdota de Maradona” (sic) recuerda “el cariño de mi gente en Bilbao en el partido siguiente, contra el Lech Poznan, que se me pusieron los pelos de punta”…


    –Maradona no murió en aquella entrada, que empezó curiosamente a ganar títulos justo después. Lo de Schuster fue distinto. El propio doctor del Barcelona reconoció que Schuster había venido lesionado del Colonia, pero se me cargó a mí...


    Ya lo sabe Vinicius. A resignarse, que la Españeta y yo, señora, somos así.
 
 

 
Trippier
 

EL LECHERO DE SIMEONE


    A Churchill, que dormía a saltos y pasaba las noches en vela, le preguntó, muy de madrugada, un ayudante qué buscaba a esas horas en su despacho rodeado de libros, y le contestó: “Busco mis famosas frases espontáneas”. Una de ellas era ésa de que la democracia es que llamen a la puerta a las seis de la mañana y sea el lechero, algo que al ministro Marlasca no le entra en la cabeza. En Madrid a esa hora, o es la policía de Marlasca que viene a aguar una fiesta, o es Simeone que necesita discutir un movimiento táctico. La revelación es de Tripier, que es inglés, como Churchill, y cholista sin medida, así que ya estamos todos.

[Lunes, 22 de Marzo]