Karl Kraus
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cuando el sol de la cultura política se encuentra muy bajo, hasta los enanos proyectan una larga sombra, dijo Karl Kraus, viéndolas venir, y vio que “en el corazón de la gran cultura los hombres harán guantes de piel humana”, como, en efecto, vimos con los nazis, que se quedaron, ahora lo vemos, en aprendices de brujo.
El Ateneo madrileño votó la existencia de Dios y el Parlamento europeo vota que el aborto (“abortar es como ponerse tetas”)… es otro derecho humano.
¿Qué son los derechos humanos? Metafísica, según Bentham. Y según Ihering, intereses jurídicamente protegidos. Dinero, si somos francos. Donde haya dinero, habrá un derecho humano. Los derechos humanos son los sacramentos de la nueva religión socialdemócrata. Las bodas y bautizos dan mucho dinero a la hostelería, pero poco, si se compara con la industria del aborto, “derecho humano” que supone el triunfo del Estado, dueño de la vida y de la muerte, sobre la Iglesia. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Degenerando. (Miranda, banderillero de Belmonte, llegó a gobernador civil de Huelva. “¿Cómo?”, preguntaron al matador. “Pues degenerando, degenerando”, contestó el trianero.)
Es inútil razonar con un hacedor de derechos humanos. Las ideologías no son simples mentiras: "son proposiciones ciertas sobre lo que uno cree ver". La cultura de la muerte se alimenta de estos ideólogos, que no salen de la lógica de Aristóteles ni de los juegos del lenguaje de Wittgenstein (el derecho no es una idea de lógica, sino de fuerza, avisa Ihering), sino de los dídimos de Gloria Steinem, para quien el cambio climático es consecuencia del “parto forzado” (¡violencia obstétrica!) y las restricciones… al aborto, o de los zorcicos de Chomin Ziluaga, profesor batasuno de la UPV, que dijo:
–En HB somos partidarios del aborto porque cada año lo hacen clandestinamente en Euskadi 3.000 mujeres en condiciones tales que peligra no sólo la vida de la madre, sino también la de la criatura.
Ya era hora (de todo).
[Sábado, 26 de Junio]