Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Dos domingos perdidos en la cola de votar y seguimos sin gobierno, aunque todavía no he visto en España a un solo adulto escamado con el sistema.
–¿Y qué vamos a hacer, si es el reglamento de la democracia?
Tres son las salidas. La primera, perder otro domingo en la cola de votar, pero teniendo en cuenta la observación del zoólogo vienés Rupert Riedl según la cual todos los organismos superiores se comportan como si, al confirmar sus expectativas, la siguiente expectativa tuviera que ser más probable, de modo que, si una ardilla se encuentra siempre con nueces vanas, acaba por no molestarse en cascar la siguiente: dado que todos nos creemos superiores incluso como organismos, el Sistema se aspa de miedo a la abstención, su único enemigo.
La segunda salida es un gobierno de Sánchez grato a Soros, es decir de liquidación del Régimen por cambio de negocio. Pero Sánchez, siendo un Frankenstein comprado en los chinos, va de rey Arturo por la política, con Redondo de Merlín, y de Morgana, Calvo de Cabra, con lo cual no es seguro que logre arrancar la espada de la piedra. Estaríamos, pues, en la tercera salida, propuesta por el Bismarck del Centro, que es una señora, Arrimadas, que propone la democracia de partido único, como en Alemania. Después de todo, si aquí un diputado, una vez elegido, “representa a toda España”, como pregonan los capos de la propaganda, ¿para qué vamos a andarnos con dengues democráticos?
–But when you have chosen him, he is not member of Bristol, but he is a member of parliament –dijo Burke en su famoso discurso, invitando a los diputados de Bristol a traicionar a sus electores nada más salir elegidos.
Y así es como la necesidad nos hace descubrir el Mediterráneo “burkeano” del Patriotismo de Partido, causante principal de la trágica confusión (para la libertad) entre poder y representación que lleva a quien gobierna España a pensar que lo hace como representante suyo. Y esto, liberalios, sin mirar sentencias ni impuestos.