jueves, 26 de diciembre de 2019

Acomodadores




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Casi había más orden la tarde que los guardias de Tejero tirotearon el techo del hemiciclo que el que han dejado los acomodadores de la Soberanía Nacional (¡Hobbes, “joeté”!) en el nuevo Congreso, donde los cincuenta diputados de Vox han sido escondidos por el Consenso bajo las camas, como las pelusas cuando llegan a casa las visitas. ¿Cómo distinguir en esa distribución “montaigne”, “vallé”, “plaine” y “marais”?

    –La España que suma no es la Revolución francesa –dirá Casado, si le preguntan.
    
Y dirá verdad: este hemiciclo se parece más a la andanada de Las Ventas en San Isidro cuando torean las figuras y te colocan en medio de un grupo de chinos que se pasan la corrida consultándote todas sus dudas acerca de la lidia.

    –Cuando vienen las figuras, no hay lidia –les resume uno. No lo entienden, pero se tronchan de risa.
    
Se acabó. Ni montañeses ni valleses ni planicios o empantanados. Con la cosa del Consenso, los acomodadores del Congreso dan por obsoleta la oposición derecha-izquierda (¡el crepúsculo de las ideologías!), creencia fascista de los años treinta contra la que alertó el radical Émile-Auguste Chartier, Alain, explicando que sostener semejante creencia era confesarse de derechas, pero sin valor para admitirlo.

    La España que suma no será la Revolución francesa, pero la Carrera de San Jerónimo va a ser como la Asamblea francesa del 89, donde la destrucción, al decir de Chateaubriand, “siempre formaba parte del orden del día”. Allí, las sesiones de la noche superaban en escándalo a las de la mañana: “Los principales personajes pertenecían todavía al antiguo régimen; sus terribles sustitutos, ocultos detrás de ellos, no solían hablar”.
    
Al final de una violenta discusión, vi subir a la tribuna a un diputado de aire vulgar, vestido con elegancia, como un notario de pueblo cuidadoso de su persona. Pronunció un discurso largo y enojoso. Nadie le hizo caso. Pregunté su nombre, y me dijeron que era Robespierre.
    
Un acomodador de cabezas.