domingo, 25 de diciembre de 2016

Suna a las doce


Qué alegría tan sunera si al mediodía, cuando nadie ya lo espera, el espíritu de la Navidad, que viaja como loco con moto de pizzero en dirección contraria y por la acera, llamara a la puerta y la trajera a ella. La alegría sunera sería la alegría a grito limpio de estar estrenando la Navidad. Una alegría estridente, la alegría sunera, a base de baile y ruido, pero sin vino. Aquella alegría de san Juan en Nochebuena, saliendo de su celda "como un loquillo de atar", meciendo al Niño en sus brazos, bailando y cantando: Si amores me han de matar / ¡agora tienen lugar...! Que la gran alegría, según Chesterton, no va juntando los retoños de rosa donde los encuentra, sino que tiene los ojos fijos en la rosa inmortal que vio Dante. Qué alegría, Suna.