Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El otro día apareció Bill Gates diciendo que su ídolo es Adolfo Suárez (¡el hombre de los videomarcadores en el Mundial’82!), y todos pensamos que “el multimillonario” (para que te digan “el magnate” has de ser antiprogre, o sea, un loco) de Seattle planeaba huir del trumpismo y establecerse con Microsoft en Cebreros.
Ahora Gates ha pasado por la Torre Trump (¡ojalá esa torre fuera reporteada por Shakespeare, y no por esos becarios de Slim que sirven la alfalfa a los tertulianos!), y ha salido diciendo que Trump tiene la oportunidad de ser con la Innovación lo mismo que Kennedy fue con la Luna. Es decir, un Erkoreka mundial.
–No te equivoques, Erkoreka: la solución es el I+D –le dijo una vez a Erkoreka un empresario de Bilbao.
Por energía no va a quedar (Trump, que parece un río de leones, es, sobre todo, energía, y no hay más que verlo saludar a Kanye West), justo ahora que Putin, según el relato oficial, nos tiene rodeados con sus “Baikal”, con los que “hackea” las urnas para que ganen Trump en América y el Brexit en Inglaterra.
–¡Populismo! ¡Populismo! –protesta Savater, que una vez se presentó a recoger su Cavia, la única gala de esmoquin que queda en Madrid, vestido de Menipo.
Si Trump supera los lanzamientos de boinas (capadas) que le dirigen los finos analistas españoles (tertulianos, para el vulgo) y, erkorekeando, consigue poner los “Windows” de Gates a la altura de los “Baikal” de Putin, se habrá cumplido la profecía de Tocqueville, el hombre que, según Schmitt, “¡lo había entendido ya todo en 1835!”: una humanidad centralizada por América y Rusia, dos gigantes del espíritu europeo (y, sin embargo, no europeos) encontrándose por encima de las cabezas de la pequeña Europa.
¿Los Norodniki de Putin bailando a la luz de la luna con los Grangers de Trump?
Hombre, si Trump fuera “populista”, habría formado un gobierno de perroflautas (no valen “perros locos”). Que éste será el siguiente reproche que manejen los finos analistas.