martes, 13 de diciembre de 2016

"Ya-boy"

Anuncio de la empresa de Andrew Puzder

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Así tituló Ruano una “Penúltima hora” de septiembre del 64 en ABC: un veinteañero egipcio, mudo de nacimiento, recuperó el habla de pronto en una playa de Alejandría al ver, por primera vez en su vida, a una turista rubia en bikini.

El joven rompió a hablar con dos palabras: “Ya-boy”, que no es, exactamente, lo que ustedes puedan pensar, sino un ¡Dios mío!, en árabe vulgar, según se me informa.
La influencia de las mujeres en bikini sobre la palabra de los hombres es evidente.

Ese mismo año los republicanos animaron la campaña presidencial americana alzándose contra la “decadencia moral” del monokini, lanzado en California por el alemán Rudi Gernreich, que también había diseñado (medio siglo antes del agathismo batueco) las medias con dibujos.
En diciembre del 16 los demócratas (esa izquierda exquisita, retratada por Tom Wolfe, que, medio siglo más vieja, sigue metiéndose mano en el ático de Leonard Bernstein) atacan a Andrew Puzder, empresario de éxito elegido secretario de Trabajo por Trump, bajo la acusación de… “misógino”, porque le gustan los anuncios de su negocio.

Me gustan las mujeres hermosas en bikini comiendo hamburguesas. Creo que es muy americano. Los feos no venden hamburguesas.
La izquierda condena hoy el cuerpo y tapa las gateras que llevan a él. No al bikini, salvo que se oculte con una tupida greña torda a lo Susan Sontag o bajo una bata de galeradas de “Whose Science? Whose Knowledge?: Thinking from Women’s Lives”, de Sandra Harding, que ya nos dejó sin habla al condenar a Newton por redactar un manual de violación en “Philosophiae naturalis principia mathematica”.

La guerra de los bikinis no ha terminado todavía, aunque todo parece indicar que se está librando la batalla definitiva: el “Queremos bikinis” de las mujeres zaragozanas está dando ya la vuelta a España –informa el “Heraldo de Aragón” de 18 de mayo de 1970.

Nosotras ya llevamos el bikini puesto, pero disimulado con una blusa.
“Ya-boy”, “ya-boy”.