lunes, 11 de julio de 2016

Lo que queda de Europa

Thomas Hobbes


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La Eurocopa representa a Europa, que va de Tarifa a los Urales, bastante mejor que la Unión Europea, y esa gracia incluye el liderazgo de Villar, más sobrio que el de Juncker.
    
De la Unión Europea se fue Inglaterra por la puerta grande de un referéndum, y de la Eurocopa se fue España por la gatera de De Gea, heredero de la garita de Casillas, el rencoroso (él no sabe aún si tomarlo por vicio o por virtud) que también se la jugó a Del Bosque, otro rencoroso de ese rencor españolísimo que nos hace ver la vida como si nunca se fuera a acabar.

    Influido por el clero tiquitaquero del periodismo, que lleva un par de décadas haciendo filosofía de la historia a cuenta del fútbol, el hincha del Combinado Autonómico está convencido de que la caída del Tiquitaca en París supone el fin de la historia. ¡El final de la historia de España! Pues tampoco un hincha tiene por qué saber  que el fútbol, como la vida, es “ondoyant”, que diría Deschamps, que, aunque lo vean con su cara de Bárcenas, es un lector de Montaigne, como en España lo fue Pla.
    
También Fukuyama proclamó, a la caída del Muro en los 80, el fin de la historia, sin darse cuenta de que eso ya lo había hecho en los 30 un téosofo del KGB, Alexander Kojève, al situar el instante final de la Historia en el “contacto visual” de Hegel y Napoleón tras la batalla de Jena. Desde entonces, según Kojève, el mundo sólo había conocido personajillos, con una excepción: Stalin, su jefe.

    En fin, que uno no daría por muerto al fútbol en España, a pesar de los aspavientos de los clérigos del toque y la posesión, esos que llaman “Yokin” y “Noya” al seleccionador y al portero de Alemania, tediosa como una jornada de oficina de Toni Kroos, eterno Empleado del Mes. Löw (el “Yokin de nuestros periodistas) tiene buena prensa porque recuerda a Guardiola con sus jerséis ajustados al torso desnudo, insinuando los pezones, más la gesticulación antiprusiana de unas manos femeninas haciendo bocina, pero que ponen imposible el triunfo de ninguna voluntad.

    Para voluntad, en esta Eurocopa, la francesa, aunque sus enemigos traten de reducirla a los movimientos como de espermatozoide en una película de Woody Allen de Griezmann, cuya imagen, sin embargo, por ser algo, sería “nouvelle vague”, una especie de Jean-Pierre Léaud futbolero modelado por Godard, que ha resultado ser Simeone, aún más pesado que el director de “Alphaville”.

    El “agit-prop” español se presentó en Francia con el propósito de aupar a Iniesta al Balón de Oro, que ya son ganas, y resulta que el Balón de Oro se lo va a discutir a Cristiano el tal Griezmann, que se ha beneficiado mucho del trabajo de Giroud, un tronco con pinta de estar llegando tarde siempre a inmolarse en la hoguera de Juana de Arco. Nadie echa de menos en el equipo de Deschamps el fútbol de medina (¡pelotear en la casba de Argel!) de Benzemá, expulsado del grupo por no cantar “La Marsellesa” con el entusiasmo republicano de un francés de toda la vida. Me impresiona ese poderío resumido en Pogba, el “cousin” de Zumosol que para el Madrid quiere Zidane (su emparejamiento con Casemiro sí sería un fin de la historia), los cuerpos conduciendo el guion, el sujeto imponiendo el estilo de la película, y dirán que todo esto no es “nouvelle vague”.
    
Portugal sólo fue Cristiano con su gol de Baquero en Kaiserlauten a Gales, goles que valen un imperio. Cosa distinta es lo que cada uno haga luego con ese imperio.

Alexander Kojève

“TODOS SOMOS MESSI”

    La sentencia contra Messi de dos años de cárcel por evasión fiscal en el País de Nunca Jamás (el país de “Espanya ens roba”), comentada por un inglés: “Los defraudadores de todo el mundo quieren ir a España” (Gary Lineker, ex delantero centro del Barcelona). La misma sentencia, comentada por un español: “Leo, quien te ataca a ti, ataca al Barça y a su historia. Nos vamos a defender hasta el final. ¡Siempre juntos!” (José María Bartomeu, presidente del Barcelona). Es la diferencia cultural que hay entre los hijos de Thomas Hobbes, el genio del “Leviatán”, y los hijos de Pompeyo Gener, aquel idiota que sostenía que la carencia de argón en la atmósfera de la Meseta impedía la prosperidad de la inteligencia en “Madrit”. El “hashtag” popular “Todos somos Leo Messi” desafía a sor Lucía Caram, la Monja Jartible, a exponer en la TV la insumisión fiscal teorizada por el teólogo Charles de Koninck.



Francis Fukuyama