Perisic
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Está escrito que el elogio debilita y a la selección española, tras el paseo ante Turquía, le han llovido más flores triunfales de las que merecía. Nuestra selección juega bien. A veces, muy bien. La crítica en general considera que España baila la pelota como ningún otro equipo, no sólo europeo, sino mundial. El tiqui-taca quizás sea ya nuestro signo de identidad. Un signo de identidad al parecer irrenunciable, por lo que hemos de aceptar de buen grado la posesión y el magreo del balón como principios, pero ¡ay, amigo! la soberbia del español es infinita y cuando dice “esto está hecho”, échese usted a temblar.
Está escrito que el elogio debilita y a la selección española, tras el paseo ante Turquía, le han llovido más flores triunfales de las que merecía. Nuestra selección juega bien. A veces, muy bien. La crítica en general considera que España baila la pelota como ningún otro equipo, no sólo europeo, sino mundial. El tiqui-taca quizás sea ya nuestro signo de identidad. Un signo de identidad al parecer irrenunciable, por lo que hemos de aceptar de buen grado la posesión y el magreo del balón como principios, pero ¡ay, amigo! la soberbia del español es infinita y cuando dice “esto está hecho”, échese usted a temblar.
¡Mira qué es fácil ver el peligro del tuya-mía en defensa que se traen Piqué, Busquets y Ramos! Sobre todo, Ramos. La autosuficiencia y, pongamos desidia, que transmiten, no son actitudes esporádicas, sino repetidas y harto evidentes para el espectador, el aficionado y sobre todo para los rivales, que no son tontos y estudian el modo de buscar las vueltas a nuestra selección. Ramos tiene cosas de caldero roto y se va escapando con bien de las temporadas por meter goles de cabeza que hasta dan títulos, pero sus métodos y habilidades defensivas, dicho sea con perdón, dejan que desear. De lo mucho en que se tiene, mejor no meterme, pero ¿a qué viene esa arrogancia cristianesca, que no cristiana, cogiendo el balón del penalty (inventado) para que todos entiendan que lo tira él? ¿Acaso dicho asunto no era especialidad de Fábregats? El periodismo no quiere cebarse, creo, en Sergio Ramos, pero para mí es uno de los mayores culpables de la derrota ante Croacia. Si a los despropósitos del capitán añadimos la falta de soluciones del míster -a veces, con el viento a favor no es deshonroso recular y esperar el descuido ajeno-, la poca aplicación del resto de los jugadores y el buen equipo que ha juntado Croacia con un Perisic imponente derrochando casta y clase, no extraña el 1-2. A mí, este Perisic me parece tan decisivo o más que Modric, con su poderoso correr, su técnica exquisita y su descaro casi faltón ante la defensa más pintada. Perisic, como buen balcánico es enemigo al que se insulta en el campo. Modric es “contrincante” al que los enemigos de Perisic ayudan a levantarse. Croacia, estoy por asegurar, agradece más el espíritu de Perisic que el del gran Luka.
De todos modos, Italia ha llegado a Francia con lo puesto y no es selección que deba asustar a los jugadores de Del Bosque. Eso sí, Italia no se va a despistar ni un segundo, y va a prestar especial atención a las dos o tres chiquilladas que acostumbran nuestros defensas. Pues eso, a aplicarse tocan.
Curiosa la clasificación de Gales, con Bale considerado héroe nacional, adelantando a Inglaterra, que aún no se explica cómo se pueden fallar tantos goles como se fallaron ante Eslovaquia, ese regalo perdido. Alemania también gozó de multitud de oportunidades para golear a Irlanda del Norte, pero sólo valió el tanto de Mario Gómez, el clásico armario alemán que ha recuperado Joaquín Löw para desatascar trincheras a testarazos.
¿Y Francia, la favorita? La veo pasito a pasito, pero más firme de lo que ha dado a entender. Con aparentes dificultades en el centro del campo y sin el olfato goleador que se la suponía... pero me transmite solvencia y muchos indicios de adecuada progresión.
Se acercan los sampedros, a los que hace años no acudo, y la familia nos reclama a los que estamos por “el mundo alante”. En Burgos y la Demanda veremos la auténtica Eurocopa. La que cada partido es una final y en la que el mínimo despiste puede ser definitivo. Una Eurocopa que parecía estar preparada para la selección española, pero en la que ha entrado a disputarla con muchos argumentos la Croacia de Perisic... y de Modric.