-¿Es consciente de la mala fama que arrastra el colectivo ciclista?
-Es un debate que surge en nuestras asambleas muy a menudo, y nos preguntamos qué podríamos hacer para luchar contra esa mala fama. Yo creo que hay un miedo atávico a los ciclistas que surge de un miedo a lo desconocido. A alguno le recordamos la época de la España más negra, la del hambre, porque alguno se cree que somos como en la España de los años 40, en la que se andaba mucho en bicicleta. Y en vez de relacionarnos con el progreso y la Europa del norte nos relacionan con el pasado. Y también es verdad que hay unos pocos ciclistas que son responsables de que mantengamos esa mala fama. También hay que decir que los datos están a nuestro favor porque agarras la estadística de siniestralidad y no hay atropellos graves provocados por ciclistas, ni mucho menos muertes. Más que miedo, en algunos casos se ve rencor, y eso no se ve contra los automovilistas.