Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Esos españoles con la manía de Europa que son los catalanes llevan toda la vida queriéndonos hacer esclavos de la hora.
Y el mismo huso con que hilan nuestras corbatas úsanlo para ponernos la hora de volver de noche a casa.
Para el catalán, madrugar es europeizar.
En la agonía del franquismo (régimen, por cierto, contra el que ni una palabra se le escapó a Garzón), los cómicos catalanes consiguieron acabar antes la función.
–En vista de que los teatros tienen que terminar temprano –explicó Gila en una viñeta–, de ahora en adelante voy a escribir comedias que terminen antes del primer acto.
Un catalán afincado en Madrid, don Ignacio Buqueras y Bach, es presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles para que trasnochemos como en Burgos y madruguemos como los campanilleros de la “madrugá”.
Y todo indica que otro catalán, Roures, el basilisco de la lucha de clases, está detrás de los nuevos horarios ligueros, que ya no se hacen pensando en Europa, sino en su TV.
Mourinho denunció una vez la arbitrariedad de estos horarios, pero le contestaron que con eso se estaba cargando los valores del Madrid.
Y el caso es que los horarios responden a los valores del Barcelona.
Frente a un Madrid que sólo cuenta con las mocitas madrileñas que van alegres y risueñas porque juega su Madrid, el Barcelona promueve la democracia de Catar, que podría organizar un Mundial de fútbol (en invierno, eso sí) por deseo de Platini, cuyo hijo Laurent dirige en Europa la rama deportiva del país de los cananeos, cuyas carreras de camellos son retransmitidas para Al Jazeera con tecnología de Roures, el amigo de Zapatero, aquel promotor de la muy catarí Alianza de Civilizaciones que fascinara a Guardiola, quien antes de entrenar al Barcelona se dedicó a grabar para Roures la vida cotidiana de Zapatero en la Presidencia sin límite de horas.
Sin límite de horas, precisamente, es la nueva programación liguera que encampana a los fox terrier de pelo duro de nuestro fútbol, como Cerezo o Del Nido (y esto no es un haiku).
Roures se alejaría de la tradición catalana del horario europeo (para el catalán, europeo es igual que suizo), que es un horario de orden, para introducir ese libertinaje horario que a los “lúser” de la Liga les parece un mareo semejante al de la prensa de Barcelona con Neymar. ¿Que el chico se acerca al Madrid? Neymar es un pobre poquero que le ha robado la bicicleta a Robinho. ¿Que el chico se acerca a La Masía? Neymar es un niño cantor de Viena, el Mozart del pedaleo, que chanela la lengua de Miquel Martí i Pol en la intimidad de la favela y que lo único que desea en la vida es pillar un ático en Sitges donde agitar la “senyera” viendo videos de Messi metiendo penaltis.
De ahí el sentido, fuera de hora, de lo dicho por Mourinho en América:
–De no haber venido al Madrid con canas, habría muerto por el trato del fútbol español.
EL LÍO DE FÁBREGAS
Un Fábregas de la selección española de hockey sobre hierba dice que él es catalán, un catalán sin medida, y que no se siente español, y los tuiteros españoles se han llevado las manos a la cabeza con un “¡oooh!” de turista cursi y anglosajón, creyendo que ese Fábregas que juega por España porque no tiene otra cosa era el Fábregas de lo que el hortera nacional llama La Roja, el Fábregas que en el belén futbolero del señor Del Bosque juega de falso 9, pues sería tremendo para la autoestima patria que al falso 9 se añadiera el falso español.
Un Fábregas de la selección española de hockey sobre hierba dice que él es catalán, un catalán sin medida, y que no se siente español, y los tuiteros españoles se han llevado las manos a la cabeza con un “¡oooh!” de turista cursi y anglosajón, creyendo que ese Fábregas que juega por España porque no tiene otra cosa era el Fábregas de lo que el hortera nacional llama La Roja, el Fábregas que en el belén futbolero del señor Del Bosque juega de falso 9, pues sería tremendo para la autoestima patria que al falso 9 se añadiera el falso español.