jueves, 25 de noviembre de 2010

Córdoba 2016 y la faena cultural de la ministra Rosa Joaquina* a Ana María Matute

En el barrio de Fátima

Francisco José Gómez Izquierdo

Se sabe que nuestros próceres de hogaño son poco dados a lecturas de provecho, y no será un servidor quien les exija tener a Homero, Quevedo o Vargas Llosa como autores de cabecera para aspirar a cargos de alcalde, diputados, concejales y ocupaciones de la misma ralea.

En Córdoba, feudo de la más feroz progresía que gusta mucho hablar de cultura en abstracto, los concejales proponen, en las juntas que hacen en la Casa Consistorial, nombres ilustres para bautizar las calles. Los alcaldes que en la ciudad han sido, y sobre todo Doña Rosa Aguilar, hoy ministra en diferente partido político del que tenía como regidora de los cordobeses, cambiaban y cambian nombres del callejero sin encomendarse a Dios ni al Diablo. A un pasaje al lado de tres colegios frecuentado por cientos de alumnos, decidieron llamarlo “Arrollo de Pedroches”. Y así pusieron el cartel.

Un profesor de los que ya no quedan, cordobés él, dicen que lloró. Hizo una fotografía al insulto ortográfico y luego llamó a la policía local. Con la foto se fue al periódico y la pusieron en una carta al director, con la indignación por escrito del educador. El suceso ocurrió hará tres o cuatro meses y al ver el Diario me acerqué con mi humilde cámara al lugar en el mismo momento que los trabajadores del Ayuntamiento colocaban el nombre de la calle corregido.

Peor fue la visita de Cuhatémoc Cárdenas. El alcalde comunista de entonces, rodeado de los veintitantos asesores culturales en nómina, descubrió la estatua de Lázaro Cárdenas, padre del político mejicano. Acabado el acto, el bueno de Cuahtémoc se acercó a D. Herminio Trigo y le dijo que aquel señor de bronce no era su padre. Que la estatua tenía toda la pinta de ser Emiliano Zapata. Dicen -es anécdota apócrifa- que al asesor cultural responsable se le escapó un “.... ¿pero este hombre no era hijo de Zapata?”. Como el cartel, también cambiaron la estatua.

Viene esto a cuento porque hace unos diez años paso por una calle ante la que no puedo dejar de echar una delatora sonrisa por la que pregunta quien me acompaña en cada ocasión, y como quiera que han dado el Cervantes a Ana María Matute, sería oportuno que el actual alcalde cordobés remediara los desaguisados gramaticales de su conmilitona y antecesora, doña Rosa, y pusiera correctamente el apellido de la ya ilustre escritora.

-Don Andrés, no olvide que Córdoba aspira a capital cultural europea para el 2016.

Nota.- La memoria ya me falla, y no estoy seguro de si cuando digo Zapata debo decir Benito Juárez, pero los hechos tuvieron lugar en pleno centro de Córdoba, y sirvió para animar muchas charlas de bar.

(*Ministra Rosa Joaquina: click)


Andrés Ocaña, alcalde de Córdoba